“La memoria es una ventana por la cual miramos nuestros pasados y avizoramos el por-venir” Pedro Lopera. Sacerdote Iglesia Peregrina asistente al Encuentro.
Los días 29, 30 de noviembre y 01 de diciembre de 2019, nos reunimos en el municipio de Pueblorrico (Suroeste Antioqueño), comunidades pertenecientes a distintos procesos organizativos en defensa de la vida y el territorio de las subregiones del Nordeste, Oriente y Suroeste Antioqueño, con el objetivo de iniciar diálogos y reflexiones alrededor de las memorias y cómo éstas se materializan y propenden por el fortalecimiento de los procesos organizativos que, a su vez, ayudan a las acciones colectivas de reivindicación, lucha y resistencia.
Este camino propende ser parte de un acumulado que viene tejiéndose con otros espacios de encuentro entre subregiones, alrededor de la defensa del territorio, la recuperación de las memorias de resistencia y de la construcción de propuestas para la paz territorial.
Como espacio de trabajo colectivo, acudimos a la solidaridad y el hacer con otros/as como formas para afianzar lazos de hermandad y fortalecer las identidades como pueblos campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes, asociaciones de víctimas y colectivos de trabajo en nuestros territorios.
Partimos de reconocer que la memoria, no es solo un relato de la tragedia y los hechos victimizantes para la no repetición, sino también un escenario en disputa donde las vivencias del pasado en resistencia y la defensa de los bienes comunes, coadyuvan a construir unas narrativas desde abajo, que vislumbran un por-venir más justo y libre para todos/as y la naturaleza.
Reconocemos que las huellas que siguen dejando el conflicto social, ambiental y armado en nuestros territorios, deben ser leídas desde la memoria, a la luz de nuestro contexto y de las problemáticas que vienen sometiendo nuestros territorios. La lógica desarrollista y de exterminio de la naturaleza, ha querido imponer un modelo extractivista e individualista, que no coincide con nuestras memorias ni legados ancestrales y comunitarios, de cuidado del territorio, vida digna y construcción de futuro autosostenible.
Así, y bajo la inherente relación entre Memoria-Territorio-Resistencia en la que nos encontramos, emprendemos un camino colectivo por la defensa del territorio y los bienes comunes y hacemos memoria de nuestro pasado y presente identitario declarando:
* La memoria se construye desde las narrativas de las comunidades que han estado en resistencia a las violencias presentes en los territorios (Conflicto social y armado, presencia de multinacionales y proyectos extractivistas), y no desde el concepto de ‘Memoria Histórica’ impuesto por quienes se han encargado de vulnerar nuestros derechos y pasar por nuestras decisiones y mandatos, es decir, el Estado Colombiano.
* Los procesos de resistencia que nos encontramos en el municipio de Pueblorrico recordamos a las víctimas de las masacres perpetradas por paramilitares en los municipios del Nordeste Antioqueño para resignificar sus memorias en nuestras luchas.
* Hacemos memoria del exterminio de uno de los procesos en resistencia más consolidadosen el departamento de Antioquia como fue el Comité Cívico del Oriente, reivindicando sus acumulados de organización popular y de articulación regional en la defensa de la vida y los bienes comunes de la naturaleza.
Nuestras memorias interregionales del encuentro pasan por condenar, la eliminación física de líderes del Suroeste, quienes iniciaron un proceso de resistencia en favor de uno de los grupos sociales menos favorecidos de la sociedad colombiana, el campesinado.
* Nombramos y recordamos a las víctimas de Machuca quienes a pesar de la tragedia, continúan apostándole a la pervivencia y permanencia en su territorio y al reconocimiento de la organización popular como forma de reparación.
* Condenamos la masacre perpetrada por el ejército de Colombia en la vereda La Pica del municipio de Pueblorrico, donde luego de un tiroteo indiscriminado mueren seis niños y salieron heridos cuatro más. Reprochamos el marco de impunidad ante este hecho y rendimos memoria por la vida de quienes sufrieron tan atroz crimen.
* Reivindicamos los procesos impulsados y acompañados por hombres y mujeres del movimiento de la Teología de la Liberación (Comunidades Eclesiales de Base, Comunidades Cristianas Campesinas y Golconda), en procura de una liberación espiritual y terrenal para las comunidades empobrecidas y marginadas por el capitalismo.
* Insistimos en que la verdad, como un ejercicio de memoria, debe ser relatada desde las realidades de las comunidades, que no debe ser un único relato hegemónico y debe procurar por la construcción de un sentido de la historia desde la diversidad de los relatos.
* Entendemos que nuestros ríos, montañas, animales y territorios son sujetos de derechos.Por lo que nuestras luchas y resistencias se encaminan no solo en su defensa sino también en la recuperación de sus memorias. Memorias que se expresan en la enseñanza de las acciones cotidianas que propenden por el cuidado de los bienes comunes.
* Como comunidades reconocemos la importancia de apostarle a los espacios institucionales de Memoria y Verdad que vienen gestándose en el país, como en el caso de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, sin que eso implique debilitar nuestros procesos autónomos de recuperación de las memorias y de fortalecimiento organizativo desde abajo y en defensa del territorio.
Concluimos nuestro encuentro, entendiendo la importancia del diálogo de saberes en la construcción de nuestras memorias comunitarias, resaltando las apuestas autogestivas de la producción campesina y local, la puesta en escena de un salón de las memorias vivas de nuestros territorios, donde a través de diferentes narrativas expresamos nuestros dolores, pero también nuestras resistencias y propuestas de permanencia en los territorios.
Insistimos y resistimos desde nuestras memorias… ante el extractivismo, el olvido colectivo, las violencias contras las mujeres, el despojo de nuestros territorios, los relatos hegemónicos de la historia