Somos la expresión caribeña y latinoamericana de las diversidades. Antillanxs, isleñxs, ribereñxs, activistas ambientalistas, hijxs del cañaveral, mujeres campesinas, pueblos indígenas, jóvenes en resistencia y re-existencias, negritudes, minerxs y pescadorxs ancestrales, mujeres paridoras de vida, guardianxs de semillas, del agua, de la naturaleza, de los polinizadores. Víctimas del conflicto armado, de megaproyectos en nuestros territorios y del colonialismo. Habitantes populares que no estamos en los mapas, líderxs de zonas de ladera urbana, aprendices de la montaña que nos acoge ante múltiples despojos y educadorxs comprometidxs con las transformaciones desde la academia. Reunidos en Medellín, Colombia, entre el 15 y 17 de junio del 2023, en el “Encuentro caribeño-latinoamericano por la Justicia Climática”, desde donde ponemos nuestras palabras.
Estamos conectadxs desde nuestra historia con las luchas comunitarias ancestrales hacia mejores porvenires juntxs, ante relaciones de poder que imponen el despojo, el extractivismo y un modelo de desarrollo capitalista, colonialista y patriarcal que va en contravía de nuestras cosmovisiones, prácticas comunitarias, modos y medios de vida. En el encuentro compartimos sabores-saberes, tradiciones alimenticias, olores que transportan a nuestros territorios de origen, plantas que sanan, semillas que se intercambian, conocimientos poderosos.
Reconocemos la vida que está en las aguas. La defensa de los ríos: Nechí, Cauca, Dormilón, Porce, Yurumanguí. De los páramos como el de Pisba en Colombia, y de otros territorios importantes para el sostenimiento de la vida. Del río Piedras, el caño Martín Peña y el estuario de la Bahía de San Juan en Puerto Rico. La defensa de la isla de Vieques y del pueblo garífuna, de los manglares, así como el mar caribe que conecta a Colombia, Honduras y Puerto Rico con toda nuestra biodiversidad. De nuestros territorios en ciudades, veredas y montañas, que van desde las islas caribeñas hasta la Patagonia al final del continente.
Reivindicamos el poder del arte y la cultura propia, para elevar nuestras voces. También las pedagogías críticas en juego con nuestras identidades. Las posibilidades de aprendizajes con la academia para la acción e incidencia social-política en diálogo, desde una investigación-acción anfibia que transita entre mundos académicos, comunitarios y políticos. El amor por nuestros territorios, que abrazamos y donde pretendemos permanecer “a pesar de todo” lo que pretende despojarnos. Al territorio hay que darle defensa, gozo y disfrute, por lo que vamos aprendiendo a negociar con las inundaciones, el movimiento de masas en la montaña, el calentamiento climático que revelan nuestros cuerpos, así como los suelos ante la falta de agua. La autoconstrucción de nuestros barrios, procesos y prácticas en función de nuestra dignidad. Asimismo, impulsamos luchas por autonomías: económicas, hídricas, alimentarias, energéticas y acuerpadas con la alegría como valor de lucha.
Recordamos el poder de las voces de nuestras hermanas, madres, abuelas, de todas las mujeres que han trazado caminos que ponen como eje central el cuidado-sostenimiento de las vidas. Que nos recuerdan que debemos sanar nuestros territorios, nuestros cuerpos, nuestras almas ante las cicatrices producidas por un sistema de muerte. Que reiteran la necesidad de llevar a cabo este proceso desde la colectividad e intercambio, porque “juntas hacemos maravillas en nuestros territorios”.
Estamos en contra del capitalismo global del desastre, que acaba con la humanidad, la naturaleza, nuestros territorios y vidas mediante proyectos minero-energéticos en “zonas de sacrificio”. Reconocemos la pérdida de biodiversidad evidente en aves que ya no llegan, frutas que no comemos, los cangrejos que no recorren sus lugares. Denunciamos los cuerpos violentados y las violencias epistémicas, sexuales, raciales y coloniales. Estamos en contra del hambre como constante, así como de los múltiples despojos que siguen arrasando nuestros territorios. Ese modelo de desarrollo que nos pone en riesgo se manifiesta en los monocultivos que envenenan el agua y agotan el suelo, en la presión inmobiliaria urbana y la gentrificación que despoja a los barrios populares, en la industria turística que privatiza las playas. Se manifiesta también en las hidroeléctricas que matan los ríos, en la megaminería que destruye las selvas y toda la vida en ellas, en el aumento de fenómenos atmosféricos que ponen en riesgo nuestros territorios y maritorios. En la privatización de los acueductos comunitarios, de los bienes comunes, de la fauna y la flora, que son comprendidas como recursos del capital global.
Evidenciamos los cambios de vocación de nuestros territorios por intereses ajenos, extranjeros, que vienen detrás de “las islas paradisíacas”, que nos expulsan, porque llegan inversiones dizque “legales” a intervenir en megaproyectos que cambian condiciones climáticas, expropian la riqueza natural, desplazan comunidades humanas y animales, agudizando las situaciones de conflicto y las graves violaciones a los derechos humanos estigmatizando los territorios y las comunidades. Evidenciamos también las diversas formas de contaminación: auditiva, visual, ambiental. El incremento de los costos de vida al mercantilizar la naturaleza, en donde “no tenemos agua potable para la población, pero sí la capacidad de alimentar la avaricia de una multinacional”. Comprobamos que los mapas de pobreza y de conflictos socioambientales coinciden en despojos múltiples. Denunciamos las falsas soluciones del capitalismo verde frente al cambio climático y la crisis planetaria-civilizatoria.
Denunciamos la militarización de la vida y sus consecuencias. La criminalización y judicialización de liderazgos comunitarios y ambientales, que vienen poniendo sus cuerpos desaparecidos y asesinados en estas luchas, pues “no pedimos permiso” para estar en nuestros territorios y ahí permanecemos juntxs. También denunciamos el sistema que responsabiliza a las víctimas de las consecuencias desastrosas que él mismo genera.
Ante estas realidades territoriales en El Caribe y América Latina, que “sufrimos los mismos dolores, las mismas agresiones, pero también disfrutamos las mismas resistencias”, las comunidades organizadas paridoras y defensoras de la vida en los territorios, venimos adelantando acciones para fortalecer los procesos organizativos y autonomías comunitarias, para la protección de todas las formas de vida. Comprendemos que estas autonomías también se encuentran en la solidaridad entre los pueblos que se manifiesta en la autogestión, intercambiando saberes populares-ancestrales y materializando convites que aportan a modelos energéticos comunitarios, a una gestión comunitaria del agua y del riesgo, a la soberanía alimentaria y a las autonomías en la vida que queremos y podemos vivir.
Somos el enjambre de voluntades que nos da fuerza para avanzar en los cambios necesarios, a través de la unión en nuestras diversidades para proteger y cuidar. Apostamos por espirales agroecológicas que sigan creciendo, juntándonxs con las quebradas como “vecinas”, resolviendo necesidades y atendiendo comunitariamente problemas cotidianos. Llevamos a cabo acciones de formación para la construcción colectiva de propuestas alternativas, de movilización, incidencia, visibilización, así como de planificación comunitaria.
Nos reconocemos como mujeres con derecho a la tierra, al cultivo de los propios alimentos, a defender nuestros cuerpos como el primer territorio de lucha. Intentamos reconstruir la vida en territorios altamente contaminados, violentados por la guerra y la gentrificación, a través de diversas prácticas de conservación, de economía solidaria, de educación ambiental, así como lúdicas, artísticas y culturales. También nos reconocemos en la lucha contra un patriarcado que no nos permite ser, florecer y tomar la palabra. Por eso decidimos juntarnos, sanar, practicar el cuidado, derrotar el miedo y convertir nuestros territorios en lugares para la vida y el goce.
Fomentamos diálogos intergeneracionales en procesos educativos que venimos haciendo con niñxs, adolescentes y jóvenes desde las escuelas, las laderas, las universidades, las montañas, los ríos y las calles, para que tengan y reconozcan el valor de los parientes humanos y no-humanos, así como de los bienes comunes y los puedan proteger. También con las escuelas populares de autonomías en diversos territorios donde seguimos caminando en la palabra y en la acción comprometida con horizontes de dignidad y justicia.
Los retos que trae la actual crisis climática nos invitan a pensar global, sentir popular y actuar local. En esa medida requerimos diálogos para conectarnos en todos los niveles, configurando una identidad popular. La gente decidiendo de abajo hacia arriba, superando las barreras artificiales representadas en las fronteras político-administrativas. A veces con, otras sin, en ocasiones a pesar de, e inclusive contra el estado, ocupándonos a nivel local de lo que corresponde a cada uno de los procesos. Exigiendo que las instituciones asuman sus responsabilidades por los daños históricos causados en los territorios.
Apostamos por seguir enredándonos, polinizando la re-existencia en diversos territorios, con pedagogías del cuidado que nos reconozcan y donde valoremos nuestros caminos, conocimientos y experiencias. La naturaleza no nos amenaza ni nos pone en riesgo, por el contrario, nos posibilita la vida y requerimos conexiones justas entre diversas especies sin la arrogancia humana del control y dominio. Apostamos por reforestar, sembrar y recuperar nuestras aguas, tierras, plantas, semillas y cuerpos.
Creemos en el litigio estratégico que nos fortalezca en legitimidad de la acción común y que la incidencia política no sea sólo de discursos y agendas, sino presupuestos, investigaciones situadas, acciones concretas, diálogos posibles y también imposibles. No podemos normalizar lo que nos genera injusticia, y por eso hacemos un llamado a continuar tejiendo y fortaleciendo alianzas, avanzar con metodologías, técnicas y tecnologías apropiadas, así como con prácticas de mitigación de la crisis climática y la construcción de la Transición Energética Justa que vaya más allá del discurso de la preocupación.
Hacemos un llamado unísono a la acción climática incluyente que contemple los anhelos, sueños y esperanzas de las organizaciones y comunidades. A fortalecer las alianzas de resistencia, a mantener la juntanza, a insistir en lo colectivo y en la solidaridad, de forma ágil, versátil y flexible. También hacemos un llamado a la incidencia desde el debate público con decisores locales, nacionales e internacionales.
Reconocemos los conocimientos ancestrales de pueblos originarios, la espiritualidad sanadora de las comunidades, que nos enseñan que la vida está en la naturaleza, que ella es medicina, alimento, oxígeno, aire. Persistimos en la pregunta por cómo cuidar la vida planetaria. Por ejemplo, desde cosechas de relaciones, de aguas, de sol, de energías para transiciones justas y populares, así como con otros cuerpos territoriales tales como el aire, el agua, los bosques, el fuego.
Declaramos que tercamente seguimos en nuestros territorios “a paso firme como el mangle caminante”. Ponemos nuestras palabras, abriendo grietas posibles e imposibles, afrontando los despojos globales y avanzando hacia mayores justicias sociales, cognitivas, sexuales y climáticas. Contrario a la narrativa de inviabilidad, nuestros sueños, acciones y apuestas son viables y de ellas depende seguir viviendo en el planeta, desde otras formas de relacionarnos con la naturaleza que es la que nos soporta, cuida y mantiene. Porque, como nos dicen desde el río Yurumanguí, “morimos el día que guardemos silencio ante las injusticias, y nosotras no guardamos silencio”.
Fotografías: Andrés Peña
Medellín, Colombia
Grupo de Trabajo CLACSO
Ecologías políticas desde el sur/Abya-Yala [+]
Grupo de Estudio de Ecología Política y Justicia Hídrica, Medellín, Colombia
Movimiento de Laderas
Instituto Popular de Capacitación IPC
Semillero de Sociología del Derecho y Teorías Jurídicas Críticas de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia
La Colmena Cimarrona, Puerto Rico
Casa Pueblo Adjuntas, Puerto Rico
Las Malcriá, Puerto Rico
Corporación Jurídica Libertad
Organización Fraternal Negra Hondureña OFRANEH
Movimiento Social por la Vida y la Defensa del Territorio MOVETE
Cinturón OccidentalAmbiental COA
Comunidades SETAA Sembradoras de Territorios, Aguas y Autonomías
Censat-Agua Viva
Colectiva Internacional Ecologías Feministas de Saberes
Human Conet, Juntos Somos
Asociación de Mujeres Campesinas Siemprevivas
Instituto Transdisciplinario de Investigación-Acción Social ITIAS
de la Universidad de Puerto Rico en Humacao
Red Comunitaria de Agua de Puerto Rico
Tierrap
Colectivo de Mujeres Paridoras de vida del río Yurumanguí
Asociación Regional de Mujeres del Oriente Antioqueño
Junta de Acción Comunal El Faro, Medellín
Junta de Acción Comunal del barrio El Pacífico, Medellín
Asociación Multiactiva Pesquera Agropecuaria de Nechí
Red + Creando Espacio Más Seguro
Grupo de investigación Conflictos por el agua, vulneraciones y formas de auto-protección