“Yo era una persona introvertida con muchos miedos, sentía que me seguían, que me iban a hacer daño y así mismo pensaba en la vida de mis hijos. Tuve que pedir una cita con psicólogo debido a lo mal que me sentía, tuve que pedir ayuda”, así inicia Luz Ángela Velásquez narrando su historia, ella ha sido una de las tantas mujeres de este país que ha padecido en carne propia la desaparición forzada, el desplazamiento y la angustia de vivir con la ausencia de un ser amado.
“Con la desaparición de mi compañero, me sentí desolada porque debía pensar como seguir con mis hijos, pensar en el bienestar de ellos, hacer algo para tratar de encontrar mi compañero, seguir trabajando para la manutención de mis hijos; debido a eso creí que me iba a enloquecer porque estaba completamente sola, a la familia de mi compañero los amenazaron, les toco irse del barrio y con mi familia nunca he contado.”
Los frijoles eran la comida favorita de Carlos Mario, esposo de Luz Ángela, le gustaba jugar fútbol y cartas con sus amigos. A sus 42 años trabajaba como almacenista y amaba pasar tiempo con sus hijos jugando Play Station.
El 28 de noviembre de 2002, más de un mes después de la Operación Orión, Carlos salió de su casa, allí fue abordado por hombres armados que se lo llevaron (presuntos paramilitares). Su familia recuerda como días antes hombres que se habían identificado como Autodefensas Unidas de Colombia, estuvieron en su casa, indagando por la propiedad en la que habitaban.
Al día de hoy, Carlos, de cabello corto ondulado, ojos grandes café oscuro y nariz grande, sigue sin aparecer, su familia asegura que seguirá luchando hasta encontrarlo.
“Cuando me comentaron de la hermana Rosa no perdí tiempo y me integré con el grupo Mujeres Caminando por la Verdad, desde ese día mi vida empezó a cambiar para bien; ahora me siento muy bien, se me quitaron esos miedos, me siento más acompañada, más segura y cualificada, para continuar la búsqueda de mi gran amor, no voy a rendirme aquí seguiré, hasta encontrarlo.” Finaliza diciendo Ángela, la mujer que ha entregado todo por sus hijos y que aún conserva el brillo en su mirada al hablar de aquel hombre con el que un día fue feliz.