Informe especial 6 de marzo de 2012
Mujeres luchadoras de Colombia: por qué hoy no debo decir feliz día, sino ¡adelante compañera!
8 de marzo: homenaje especial a Piedad Córdoba
Comunidades campesinas y legalización deldespojo: Hacienda La Pola (Chibolo, Magdalena)
Caminando en La Esperanza por Memoria, Justicia y Dignidad
Recomendaciones metodológicas para la reconstrucción de una memoria transformadora
Entrevista a Carmelo Agámez
“Aquí vamos de nuevo”, dice una famosa canción de los noventa de un grupo de rock bogotano, que por cierto dedicó un disco completo,cuando pocos grupos lo hacían, al problema de la violencia política en el Magdalena Medio. Aquí vamos otra vez, decimos nosotros-parafraseando la canción- varios meses después de la última edición de la Revista En M6vida, que para nuestra grata sorpresa ha sido bien recibida. Para el mes de marzo de 2012, el sitio registraba más de diez mil visitas en su última edición, lo que no sólo es importante estadísticamente, sino que demuestra la necesidad de mantener espacios de discusión, reflexión y análisis como el que estamos intentando construir aquí.
En el tiempo que ha trascurrido, bastantes cosas han sucedido y no podemos ponernos a tono con todas ellas en esta edición: la política de tierras del gobierno actual inició su periplo mediático y de acción, con estadios llenos de campesinos y marchas dirigidas por ministros; el 9 de abril, evento crucial que definió la historia del país, se lavó, planchó y enjuagó para redefinir su sentido político y convertirlo en parte de los hitos del posconflicto y la transición; también pasó que Uribe se cayó de un caballo. Sin embargo, mientras eso sucedía, el MOVICE marchó en diferentes ciudades del país el 6 de marzo, buscando exponer las contradicciones de las leyes de víctimas y tierras, así como las prácticas del gobierno para darles legitimidad a nivel nacional e internacional y neutralizar el debate propuesto desde las víctimas. Igualmente, Colombianos y Colombianas por la Paz volvió a poner el tema de la solución política al conflicto armado sobre la mesa. Son sólo algunos ejemplos.
Aún con las dificultades que se han hecho evidentes, este año se presenta como un reto y una posibilidad para las organizaciones sociales y políticas críticas en el país: hay una reorganización evidente de las fuerzas políticas y militares, un momento de espera, una cierta tensión que no se desata en su totalidad sino que empieza a desenvolverse para luego volverse a retraer, como esperando también una señal para actuar. En ese sentido, los frentes de acción se exponen diversos y sutiles, ya no con la misma claridad del largo gobierno anterior. Actuar, decir y pensar ahora se parece a caminar por el filo del abismo, siempre resbalando y viendo el vacío. Es importante, en ese contexto, por lo menos darle una nueva dimensión a viejos debates: ni la discusión sobre las víctimas ni sobre el problema de las tierras tiene el mismo tono que tuvo en los últimos ocho años. De ahí la relevancia de la movilización del 6 de marzo, no sólo como una forma de protesta, sino como el necesario llamado nacional a repensar los lugares, argumentos y maneras de actuar en los últimos tiempos. Por eso es fundamental reconocer que poner en evidencia las prácticas del gobierno como estrategia de poder no es suficiente. La polarización del país durante la década anterior facilitaba una postura clara fundamentalmente porque el antagonista era claro, porque era posible verlo sentado en la silla del poder, moviéndose y pronunciándose de formas que eran radicalmente contrarias, ya no digamos a las víctimas de crímenes de Estado, sino al sentido de la democracia y el Estado mismos. En esos términos, hasta Obama se opuso a un tercer mandato y los columnistas de opinión que solemos identificar como de derecha mostraron su preocupación.
Pero aunque podamos decir que en la práctica las cosas son iguales, la sutileza de la acción y las palabras, se ha hecho tan evidente que en ocasiones para nosotros ha sido difícil actuar o poner en el debate nacional los temas que nos interesan, tal y como nos interesa. Si hay algo importante en este contexto es empezar a comprender esos cambios, por sutiles que sean, para abrir caminos necesarios de discusión política en los que la postura de las víctimas no sea marginada, neutralizada o considerada como romántica, ingenua o “maximalista”. Las acciones de los últimos meses, así como la persistencia de las organizaciones sociales y políticas de mantener discusiones y reacomodamiento hacen parte de los movimientos que en este contexto de reacomodamiento se vuelven cruciales. En esta edición, en la que “vamos otravez”, esperamos dar cuenta de algunas de esas instancias, pero sobre todo, esperamos colaborar el recorrer de esos caminos.
Sírvanse pasar.