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LAS MUJERES SIEMBRAN MEMORIA

violencia

“Había una señora que fue violada en el 99, ella dice que eso ya no le causa tanto dolor, pero que de la memoria nunca se lo sacan, que porque eso se recuerda mucho. Entonces yo digo que no hay nadie quien repare eso… porque imagínese, yo vivo ahora muy tranquila gracias a Dios, mi vida cotidiana yo digo que es normal, pero muchas veo propagandas por ahí: “que no a la violencia de la mujer”, “ni maltrato físico, ni verbal, ni sexual”; y ahí mismo me acuerdo, esos recuerdos a mí me causan dolor y rabia todavía, pero no como antes, pero eso de ahí no se borra, eso no es reparable, yo digo que eso reparable no es”. Testimonio

Guayacanes, guayabos, naranjos, pinos, cactus, rosas, orquídeas, pencas, plantas medicinales y chispazos de grandes árboles, sembraron las Mujeres Tejiendo Historias por la Paz para mantener en la memoria a sus familiares asesinados y desaparecidos, y para evocar lo que abandonaron al ser desterradas de los campos de sus sueños.

“Yo sembré siempreviva porque cuando le pedía algo a mi hijo él me decía ‘siempre viva, siempre viva’”, dice María Helena Toro recordando a Franklin Barón, el hijo que le desaparecieron el 22 de febrero de 1997, en Frontino.

Este acto simbólico, en el que mujeres de diversas organizaciones de la ciudad manifestaron la necesidad de recuperar el pasado para transformar el presente y modelar un nuevo futuro, ha sido también la ocasión para exponer los resultados de “Sin memoria, me-moría, se morían”, una investigación realizada por la Corporación para la Vida Mujeres que Crean y Mujeres Tejiendo Historias por la Paz, donde confluyen los relatos de cuatro mujeres que padecieron el conflicto sociopolítico armado en la ciudad de Medellín, entre 1988 y 2008.

violenciaClaudia Isabel Acevedo Gil, una de las investigadoras, explicaba que el propósito de este trabajo es reconocer y dignificar la memoria de las mujeres a quienes el conflicto les ha marcado el cuerpo y la vida con profundos dolores, pero quienes han hallado, creado y recreado estrategias para afrontar las violaciones a sus derechos.

En el desarrollo de la investigación escucharon historias que daban cuenta de múltiples actores en el conflicto: galladas, bandas, milicias, paras, narcos, policía, miembros del DAS; pero no lograron que las mujeres victimizadas especialmente por el narcotráfico participaran en ella debido, entre otras, a que reconocen la vigencia de esta problemática en Colombia.

Además de la ruta que han transitado las bandas delincuenciales a lo largo de su historia –autodefensa, milicias, grupos de sicariato, paramilitares– y del consumo y comercio de drogas, las mujeres que participaron de la investigación reconocen que el conflicto ha sido fortalecido por las carencias materiales en los barrios, por el abandono estatal especialmente en términos de bienestar, por las necesidades que pululan ante los ojos indiferentes de los gobernantes.

En ellas el conflicto se ha manifestado con golpes y encierro, con toques de queda, con abusos sexuales y silencio, con sentimientos de culpa y vergüenza, con torturas, desapariciones, asesinatos, desplazamiento forzado. Y ante estos suplicios se han refugiado en sus casas, se han unido para rezar, para hacerles frente a los actores armados, han decidido incorporar en los grupos ilegales.

Al tiempo que aporta elementos para reflexionar sobre la posición de las mujeres en el conflicto colombiano, esta investigación cuestiona el logro de la justicia al margen de las historias contadas por ellas y llama la atención sobre la necesidad de que la polifonía de sus voces sea recogida por las diversas áreas del conocimiento, ofrecida en las bibliotecas y puesta a circular por las cátedras de historia, para que sus memorias trasciendan la anécdota y en ellas se asienten nuevos futuros.

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Last modified: 29 septiembre, 2021
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