Para llegar al Corregimiento de Jerusalén, hay que recorrer 145 km desde Medellín por la vía hacia Bogotá. 2 km abajo del puente sobre el Río claro se entra a mano derecha por la vía que va hacia cementos Argos. Este camino es la única calle que atraviesa el poblado, que se extiende por un pequeño valle rodeado de colinas kársticas y moldeado por la quebrada el Borniego, un pequeño afluente del Río claro.
El Corregimiento junto con La Danta y San Miguel, pertenece a las zonas bajas cercanas al Magdalena Medio del municipio de Sonsón. Su historia está ligada a la explotación de cemento y a los cambios de dinámicas poblacionales ocurridos desde la terminación de la autopista Medellín-Bogotá.
La importancia estratégica del extremo oriental del Departamento era bien conocida y estudiada desde hace décadas. Ésta radicaba en la abundancia mineral, hídrica y vegetal. Los gobiernos nacional y departamental, implementaron políticas enfocadas en la extracción y aprovechamiento de recursos a gran escala, dictadas desde el Fondo Monetario Internacional para 1966, año en que inició la construcción de la autopista Gonzalo Mejía, mejor conocida como Medellín-Bogotá (*ley 61 de 1958), que significó el vínculo directo de estos recursos con las grandes ciudades.
La variada abundancia, el potencial hidroeléctrico, suelos y subsuelos ricos en materias primas y los diversos tipos de maderas que se pueden encontrar en la zona privilegiaron el tramo vial sobre otros como Medellín – Puerto Triunfo.
Los primeros pobladores habían llegado a tierras cercanas con el ánimo colonizador de las primeras décadas del Siglo 19 partiendo desde El Santuario, Granada y Cocorná por el denominado camino de mulatos, una de las entradas al Magdalena Medio, eje de intercambio comercial; hasta la construcción de la vía, un camino de arrieros y mulas que comerciaban productos de sus regiones desde el alba hasta el ocaso. La autopista evidentemente representó un profundo cambio para las poblaciones de la época, que vieron en su cercanía mejores posibilidades económicas.
Así el territorio se fue llenando de casitas mirando hacia la vía, y con ellas talleres mecánicos, lavaderos de mulas, tiendas, hoteles, etc. En toda la periferia, la vocación productiva cambiaría drásticamente. Mientras tanto, en los sectores aledaños a las grandes industrias, generalmente de carácter extractivista, sus dinámicas poblacionales girarían en torno a las explotaciones, permitiendo y promoviendo el establecimiento de actividades comerciales y de poblaciones enteras prestadoras de servicios en sus territorios que se confunden con campamentos perpetuados en el tiempo. Tal es el caso de Jerusalén.
Sus primeros habitantes, llegaron de San Francisco, Aquitania, La Holanda, San Luis y Doradal, atraídos por la explotación de maderas y las vacantes ofrecidas por Cementos Río Claro, quienes comenzaron la construcción de una planta procesadora a principios de los años 80, demandando abundante mano de obra. Con el tiempo, la prosperidad de la industria que para el año 85 abastecía el 70% de requerimientos en construcción en Medellín y el 50% de Antioquia, continuó atrayendo pobladores como obreros o prestadores de servicios y surgieron restaurantes, tiendas, cantinas y hoteles, que generaron una importante actividad económica y comercial.
Al tiempo comenzaba una expansión urbana sin planeación ni regulación: la mayoría de las casas se ubicaron en los márgenes de la carretera y cuando faltaba espacio, se extendían entre las colinas y laderas del cañón de la quebrada, que aún recibe las aguas negras del poblado por carecer de alcantarillado.
El conflicto armado marcó la historia del corregimiento desde 1985. Primero, en forma de atentados guerrilleros contra la industria, y luego con mayor intensidad en confrontación directa entre actores armados, alcanzando su punto más álgido entre diciembre del 2000 y enero del 2001, tiempo en el cual toda la población se tuvo que desplazar a diferentes lugares alrededor de 2 meses.
En 2005 la explotación pasa a manos del grupo Argos. De esta forma la relación entre el poblado y la empresa caracterizada por el mutuo beneficio se volvió conflictiva en razón de planes expansionistas de la multinacional, que incrementó su producción de 7000 toneladas de cemento diarios a 12000 toneladas.
Este aumento productivo supuso que la vía de acceso a la planta fuera insuficiente. Por tal razón se construyó una doble calzada para lo cual el poblado tuvo que desplazarse.
Además de esto el poblado enfrenta otros 2 líos legales: en el Acuerdo 12 de 2003 se declaró ‘prohibir construcciones a menos de 10 metros del riachuelo’ y ‘se deben reubicar los predios que incumplan esta condición’. Sin embargo a pesar que está firmado por el Concejo de Sonsón ninguna entidad acudió a ejercer el control correspondiente por lo que buena parte del poblado figura como zona de alto riesgo, y lo más grave es que toda el área urbana está construido sobre un título minero aprobado para a la empresa Sumicol Corona, otorgado sin ningún tipo de concertación o al menos socialización con la comunidad.
Uno de los líderes comunitarios del Corregimiento cuenta que decisiones tomadas por la cementera han disminuido el flujo de transportadores pernoctando y alimentándose, afectando las dinámicas comerciales, y han sido advertidos de que al no concertar bajo las condiciones de la empresa, Argos abrirá una nueva vía de acceso independiente de Jerusalén deteniendo así todo flujo económico y comercial por el Corregimiento.
Ante tal amenaza se ha iniciado un proceso de resistencia, convocando el pasado 9 de junio de 2015 al Consejo Territorial de Planeación a exponer el Plan Básico de Ordenamiento Territorial, en el cual se plantea la inminente reubicación del poblado. Aunque la municipalidad no disponga de capacidad económica para poderlo hacer, entre la comunidad reina la incertidumbre ante cualquier posibilidad, sin embargo promueven consignas que incentivan a la permanencia en el territorio, el respeto por los recursos naturales y han buscado acercamiento a procesos organizativos regionales con el fin de romper el silencio al que han condenado las instituciones su situación.
Como respuesta, buscan desconocer la categoría de Corregimiento para deslegitimar la acción de las comunidades planteando que la exagerada distancia entre el Corregimiento y la cabecera municipal de 192km permite una planeación desde un municipio de tierra fría que desconoce al mismo municipio de tierra caliente.
Jerusalén es un ejemplo claro y complejo de la vulnerabilidad del pueblo ante los todopoderosos intereses de las multinacionales que no se cuidan de alterar hasta los más mínimos aspectos sociales y económicos. La comunidad seguirá pasando sus días, entre la incertidumbre y el cerco de los intereses económicos, con la amenaza latente de un nuevo desplazamiento y en la desdicha de habitar las tierras en que el capital ya puso sus colmillos.