Nadie mejor que que ella misma para describirse, para contantar su proceso. Les presentamos a continuación la historia de Blanca Nubia Correa, en sus propias palabras.
Antes de llegar a este lugar nunca pensé cambiar, era una persona agresiva pero a la vez muy triste porque no tenía en quien confiar, que me ayudara, que me diera palabras de aliento o para que dejase de ser tan brusca, tampoco creía en nadie y no me gustaba compartir con un grupo tan grande.
Hoy veo las cosas más claras, pues creo que estamos rodeadas de un mundo muy especial donde solo encontrábamos dolor, tormento y sacrificio. Hoy puedo decir: Soy feliz porque puedo contar con un grupo de mujeres que han vivido duras penas, tan cerca o quizás con más problemas que los míos, hoy creo que hay justicia, no solo propia sino también divina.
Encontré mi personalidad y dejé mucho la agresividad que tenía, pues en mi corazón solo puede brindar amor, ternura y confianza, pues descubrí personas y personajes tan completas como compañeras que están dispuestas a compartir y ayudar al grupo, personas como Adriana y la Corporación Jurídica que siempre están ahí para atender y ayudar con nuestras necesidades sin ningún interés, porque Adriana es como la hermana que siempre quise tener.
A la hermana rosa que al llegar a mi vida fue y es como un refugio que solo brinda sombra y mucho calor humano, hoy le digo con toda la franqueza: Soy feliz y les deseo que tengan un año nuevo feliz, que Dios las bendiga.
Adriana le digo que Dios me la bendiga y la colme de bendiciones porque a pesar de los obstáculos que siempre tienen en la vida y en todo camino, siempre está dispuesta a brindarnos esa alegría que irradia su rostro, porque al verla a los ojos refleja confianza y ternura. Por eso hoy soy muy segura de mi misma y sé que soy y que es lo que quiero ser, mis metas siempre van hacia adelante tratando de dejar el pasado atrás, recordando mis bellos momentos y queriendo dar soluciones a los problemas que dejó toda esta violencia que marco la vida de cada una, pero aunque sé que soy una víctima más, sigo mis huellas para adelante dando gracias a Dios por haber puesto esta entidad en mi camino para salir de tantas dificultades que embriagaron mi vida. Hoy puedo decir: Soy feliz y creo en mí y en la entidad que me acogió, gracias a Dios y a todas las compañeras que hoy comparten tiempo y espacio conmigo. Dios las bendiga y las acompañe.
¡Dios gracias!