“¿Nosotros para dónde nos vamos a ir,
si nuestros ombligos están enterrados aquí?”
El Pacífico colombiano, la llanura bordeada por la Cordillera Occidental y el Océano Pacífico, y por las fronteras panameña y ecuatoriana, que hace unas décadas se conocía apenas por su inhóspita topografía, en los últimos años ha sido incorporado a la dinámica del mercado y la globalización y, junto con las comunidades que lo habitan, expuesto a amenazas y agresiones en nombre del “desarrollo” y el “progreso”.
Preocupados por la penetración de empresas de explotación forestal y extracción minera, por las sucesivas violaciones a los Derechos Humanos de las comunidades indígenas que constituyen los 167 resguardos y los 149 Territorios Colectivos de Comunidades Negras, y por la consolidación del modelo económico extractivista que desangra el territorio; los obispos de Tumaco, Guapi, Buenaventura, Istmina-Tadó, Quibdó y Apartadó, presentan ante la opinión pública un comunicado manifestando su “voz de aliento y esperanza para continuar los esfuerzos de defensa y protección de los territorios indígenas y afro-colombianos, así como las tierras de los campesinos mestizos que desde décadas comparten la historia de estos otros hermanos y hermanas; así mismo quiere ser una voz de denuncia frente a la invasión desaforada e inhumana que se está haciendo a tales territorios y desde allí invitar a que se aplique justicia y se reparen los daños que se han estado causando a los ecosistemas y a la vida humana misma”.
Es esta una nueva oportunidad para reflexionar y “fortalecer la búsqueda de caminos en la afirmación de la Verdad, la Justicia y la Reparación como fundamentos para la paz en nuestra región del Pacífico y desde aquí contribuir a la paz de Colombia”.