Geandó es un corregimiento del municipio Alto Baudó en el Chocó, poco se ha hablado de el en los libros de historia o geografía; como muchos de los territorios en Colombia Geandó es conocido por la difícil situación de Derechos Humanos que atraviesa este corregimiento. Reconstruir su historia es saber que irremediablemente estará marcada por el dolor, la muerte, la desolación, la pobreza y la guerra.
En diálogo con uno de sus pobladores, empezamos a reconstruir esta historia. Se cree que los primeros fundadores de esta comunidad empezaron a llegar hacía el año 64 y que en su mayoría eran agricultores, “sólo cosechaban lo poquito para la comida y cualquier poquito para vender y sostenerse por ahí. La gente vivía de la agricultura sobre todo, en ese caso como que vivían del intercambio. Intercambiaban los productos, los plátanos por pescado y por otros alimentos que necesitaban para poder sobrevivir, así sobrevivieron mucho tiempo en la formación de la comunidad hasta que la comunidad se fue fortaleciendo, a las primeras familias que llegaron les tocó muy fuerte de sobrevivir así.”
La mayoría de personas eran pobladores provenientes de otros departamentos, como Córdoba y Antioquia, se cuenta que los primeros pobladores empezaron a traer semillas para sembrar la tierra desde las otras comunidades Como Bajurá que ya venían funcionando. El territorio aseguran loa habitantes era solo terrenos baldíos, no habían fincas, ganaderos u otros. El acceso era difícil pues no habían caminos, solo unas cuantas trochas muy poco marcadas, “Casi ni trocha había porque había cierta parte que no tenía ni trocha y uno se tiraba así, nosotros mismos las abrimos, después con toda la gente que fue entrando nos fuimos unificando y abriendo caminos por ahí, así hicimos.”
Geando pertenece al Alto Baudó que a su vez hace parte del municipio de Rio Sucio en Chocó, hasta la cabecera municipal se tenían que desplazar su pobladores si querían conseguir algo que necesitaran y que no lo produjera la tierra.
Años más tarde, sumado a las precarias condiciones na las que vivía la población, se fueron presentando episodios de violencia que dejaron marcada la historia de este territorio. “Desde el 93 comenzaron las amenazas, mandaban amenazas que se iban a meter los paramilitares acá, eran amenazas que uno no creía, por qué… si uno no le debía nada a nadie por qué teníamos que salirnos del territorio?; mandaban a decir que salieran del territorio porque venían a limpieza y la gente no creía” Durante ese año y los posteriores hubo fuerte presencia de paramilitares en la zona, allí se presentaron fuertes violaciones a los Derechos Humanos y ocasionaron desplazamientos masivos. “Desde el 96 para acá fue que hubo el desplazamiento, salieron algunos para Pavarandó y otros nos quedamos de resistentes aquí en el territorio; los resistentes no quisimos salir, al menos mi mamá, nosotros estábamos pequeños todavía, ella dijo que un desplazamiento no, porque había muchas enfermedades y que ella no se unía a ese desplazamiento que ella mejor luchaba aquí en su territorio y así mismo opinaron varias familias que quedamos aquí, dijeron que no, que era muy riesgoso llevar sus hijos quizás a morir por allá en el desplazamiento, a aguantar hambre, porque eso si que sufrieron bastante y nos quedamos aquí en el territorio”
“Después que se fueron para Pavarandó, comenzaron a entrar los paramilitares y matar gente, a todo el que se encontraban lo mataban, si encontraban el viejito lo mataban, si encontraban el joven lo mataban; a nosotros nos dio miedo y mi mamá dijo que nos fuéramos al monte, que no durmiéramos en las casas y nos íbamos a dormir en el monte, de día pasábamos en la casa y de noche nos íbamos a dormir al monte porque más que todo ellos llegaban en la noche; después ellos cogieron la clave y llegaban en el día a las casas”
Durante este tiempo de incertidumbre y miedo, se afinzaron los lazos de unidad entre las familias, se hacían en grupos para escapar a la selva cercana y poder resguardarse y dormir allí “por grupos de gente nos íbamos a la montaña, ya no resistíamos en las casas y salíamos de vez en cuando a las casas a robarnos el pollito, la gallina, el marrano, el puñito de arroz para sobrevivir, los que estábamos en el monte; así estuvimos hasta que nos fuimos yendo para el lado de El Limón, habían familias que decían que para allá se iban metiendo ellos también, que iban encontrando gente e iban matando y fue cuando nos fuimos para Jiguamiandó. Entonces algunas familias o cabezas de familia dijeron, por qué nosotros tenemos que huir, esto debe ser por algo, se reunieron en Asambleas y planearon salir a denunciar, salieron algunos a denunciar y ahí nos dimos cuenta que venían sembrando La Palma y por eso venían correteándonos a nosotros para allá, entrándonos para los lados de Jiguamiandó.”
Paralelo a la entrada de paramilitares se evidenció una siembra de palma por los territorios en los que iban desplazando pobladores, algunos de los líderes decidieron entonces salir a denunciar los atropellos y la difícil situación por la que atravesaban, es así como deciden salir hacía la ciudad de Bogotá, pues en lo local no se encontraba un respaldo, que pudiera ayudar a mitigar el daño que allí se presentaba. Los primeros líderes en salir a realizar esta acción fueron sorprendidos con atentados, ya que se rumoraba que bajo ningún motivo iban a dejar que esto se hiciera, sin embargo y pese a las amenazas lograron recibir ayuda de algunas instituciones, la ayuda básicamente consistió en llevar comida a la zona, puesto que los días solo transcurrir entre esconderse y huir, lo que no les permitía a los pobladores seguir sembrando.
“Luego hubo otra arremetida de paramilitares y no dejaban que recibiéramos los mercados, fue esa vez que tirotearon la gente en Remacho, que el mercado lo botaron aguas abajo y creo que mataron gente ahí. Nosotros ya no pudimos resistir más y mi mamá dijo que nos íbamos para Bartolo.
El último grupo de habitantes en salir de Geandó lo hizo hacía Bartolo, allí pudieron recibir ayuda de algunos funcionarios del orden local como el Alcalde, pero pasados unos años la comunidad sentía que debía volver a su territorio“ luego regresamos; allá dijimos: vamos a regresar otra vez al territorio porque es de nosotros y tenemos que luchar por lo que es de nosotros; comenzamos con las personas que vivían más lejos, mandándoles mensajes que vinieran, que nos ayudaran a pelear por el territorio, se hacían asambleas con los campesinos que habíamos acá para darles ánimos a luchar por el territorio, cuando ya habían personas que nos apoyaban fue que regresamos a Jiguamiandó; de Jiguamiandó, ya nos apoyaba Justicia y Paz y después nos vinimos cada quien para El Tesoro, esos éramos los resistentes, los que veníamos de allá para acá y cuando llegamos al Tesoro no había muy poquita gente, porque todavía existía el miedo y cuando el grupo llegó al Tesoro se le dio más ánimo a la gente y comenzaron a llegar los otros; cuando llegaron los otros comenzamos a trabajar todos unidos por el territorio hasta el momento.”
A pesar de que a este territorio han regresado muchas familias de las que salieron huyéndole a la violencia, la fractura en el núcleo familiar es evidente, en muchos casos el padre, alguno de los hijos o la madre han tomado la decisión de no retornar, otros tantos fueron asesinados en este éxodo. Hernando uno de los pobladores que ha ayudado a reconstruir esta historia, sigue relatando como han sido estas rupturas “Yo estoy acá pero mi familia está en Chigorodó prácticamente, de pronto vienen a visitarme un día que otro y ya. Ellos no volvieron porque aquí aparte de la violencia no hay muchas oportunidades, entonces no han vuelto, sobre todo por el estudio porque acá no hay… teníamos tres años sin tener un docente, ni siquiera para la primaria”
Un recuerdo doloroso
Hacia el 2001 la población continúa siendo víctima de los hostigamientos por parte de los grupos paramilitares, allí ocurre una quema de casas del caserío, las casas en su mayoría ya estaban desocupadas, pero los actores armados continuaban en la desesperada búsqueda de gente para asesinarla. “A buscar gente para matar, a eso era que ellos entraban, a buscar gente, a destruir lo poquito que quedaba en las casas. También entraban a robarse el ganadito que hubiera en los potreros.
Quizás uno de los recuerdos más dolorosos es la quema de las casas después de un fuerte enfrentamiento, allí los paramilitares con este hecho obligaron definitivamente a quienes habían resistido a que salieran, el miedo era inminente y el ánimo y la esperanza de que esto cesara se desvanecía. “Nosotros ahí mismo, cuando el tiroteo y la quema de casas ahí mismo cogimos la trocha, de una vez, ese mismo día, nosotros no nos quedamos ahí, porque los campamentos donde la gente estaba acampamentada, que quedaba a la orilla de un río, Caño Seco, cuando la tirotera y quemaron a Jigumiandó, pasaba la bala que daba miedo por encima de los cambuches. Ese miedo fue el que lastimó a la gente que tuvo que coger camino más para adelante, porque vieron la situación tan apretada que no podían quedarse por ahí. La gente tenía que tenderse al piso.”
En Geandó pese al retorno y a el transcurrir de los años, en que la violencia ha cesado de manera significativa, sus pobladores han tenido que reconstruirlo todo, el territorio, sus proyectos de vida, el tejido social entre otros factores esenciales para la vida, algunos se lamentan de lo perdido materialmente, otros del tiempo, otros tanto del tiempo perdido para sus hijos, puesto que durante esos años ningún niño pudo estudiar y ese reflejo se denota hoy en el tipo de trabajos y oportunidades que han podido alcanzar.
Hernando quien ayudó a reconstruir esta historia opina igual que sus paisanos, Geandó pudo ser mejor, rescatan que antes de entrar los paramilitares la comunidad se estaba constituyendo como una fuerza única que les permita desarrollarla en muchos campos, les entristece saber como la avaricia de unos pocos por sembrar palma aceitera les arrebató sus mejores años, como aquí en Colombia, luchar y defender los territorios puede costar litros de sangre y años de dolor, pero sobre todo les entristece saber que pese al retorno, la restitución y el derecho a la tierra sigue siendo una utopía.
La historia fue creada desde varias voces de pobladores de Geandó que han retornado.