Antioquia cuenta con regiones de abundantes fuentes hídricas que desde hace décadas soportan la imposición de proyectos de infraestructura para generar un importante porcentaje de la energía que consume el país. Desde los embalses del Norte y Oriente antioqueño, viene el agua a través de kilómetros de tuberías que transportan y distribuyen el vital líquido que consumimos en el Valle del Aburrá. Alrededor de todo ello: miles de viviendas sin redes de agua potable ni energía eléctrica.
En nuestra ciudad está la casa matriz de Empresas Públicas de Medellín, empresa que generó ganancias para el 2015, por 1.5 billones de pesos, pero corta el agua potable y la energía a miles de familias entre ellos, a los niños, porque no cuentan con dinero para pagar los servicios públicos domiciliarios. En esta situación se encuentran 20 mil desconectados del servicio del agua y 12 mil de la energía, cuya deuda asciende a tan solo el 0.8 % de las utilidades de las EPM.
El sistema prepago, que convierte un derecho en venta al menudeo amplía su mercado, hoy tenemos 200 mil instalaciones de energía en Antioquia, de los cuales, 110 mil están en la ciudad de Medellín. En pocos meses de implementación del servicio de agua prepago, hay 12 mil viviendas que reciben así el servicio.
A lo largo del recorrido del agua y la energía que llegan al Valle del Aburrá, se expresan todas las contradicciones sobre el territorio y nuestros bienes comunes y también se resiste, denunciando que por los proyectos de generación de energía, se produce el desplazamiento de pobladores, mineros artesanales y pescadores como en Ituango. Se transforman los territorios, se desplaza la fauna y se destruye la flora, como denuncian en San Luis. En distintos municipios se levantan inconformes ante la complacencia legal de la destrucción, cuestionando licencias de explotación, haciendo veeduría a los proyectos, siendo vigías de los ríos.
También en Medellín se viven experiencias de resistencia, se encuentran organizaciones que difunden argumentos para la desobediencia a la desconexión; comités barriales y mesas de trabajo; hay quienes trabajan alternativas de autogestión; estudiantes que apoyan las luchas de pobladores por acceso a agua potable y barrios y veredas que constituyen acueductos comunitarios y los mantienen.
En todas las comunas sigue naciendo la acción creadora, expresión de nuestras capacidades comunitarias, prácticas que suman a nuevos mundos imaginados. Es por eso que construiremos el Carnaval por la Vida Digna este 10 de diciembre en el barrio Las Independencias, comuna 13, un espacio de encuentro donde nuestras luchas suenen en una polifonía de músicas y expresiones populares, manifestando toda la riqueza de la diferencia, la alegre rebeldía, poli cromática, amplia y recogedora.
Mesa Interbarrial de Desconectados