Desde las nueve de la mañana los desplazados han esperado la llegada de funcionarios de la Administración local que pueda resolver sus peticiones. “Estamos cansados de que nos manden a empleado que no pueden tomar decisiones. Queremos que venga alguien que nos pueda dar soluciones concretas”.
Si bien entre su pliego de peticiones se encuentra el retorno, consideran que “no podemos regresar a nuestras tierras en tanto no se soluciones el conflicto social y armado que vive el país. Nosotros no podemos regresar porque no duramos quince días vivos”, afirma uno de los líderes de la movilización.
Cuestionan, además, las condiciones de retorno que se les han ofrecido. “Nos dicen que nos dan unos pesitos para el trasteo y ya. ¿Y cómo vamos a vivir allá si todo lo que teníamos lo arrasaron?”.
En este momento 121 adultos y siete niños son custodiados al interior de la Catedral por diecisiete policías. A pesar de que diferentes organizaciones de Derechos Humanos han enviado alimentos y agua, y hay personal médico para velar por la salud de los desplazados, la Fuerza Pública ha evitado su ingreso.
“El principal opositor a que los desplazados reciban la comida es el cura porque dice que con eso se le quedan en la Catedral. Además puso música a todo volumen para que la gente se saliera”, asegura indignado un líder social presente en la manifestación.
Pese a que la Defensoría del Pueblo, la Personería de Medellín, la Procuraduría, Naciones Unidas y diez líderes de la población desplazada ya han conformado una comisión de negociación, que ha logrado hasta el momento que el sacerdote encargado de la Catedral apagara la música y continúa buscando que se permita el ingreso de alimentos, Acción Social no se ha presentado en el lugar.