Para la Corporación Jurídica Libertad, La Memoria, esa categoría asiduamente mencionada y debatida en los distintos espacios institucionales y en las organizaciones sociales en todo el país, también tiene su lugar. Como organización promotora y defensora de los Derechos Humanos, la memoria es más que una simple categoría de debate que busca explicitar fenómenos causales del conflicto o servir como sustento para nombrar las víctimas del mismo. De hecho, tampoco es un área de trabajo que se compone exclusivamente de planeaciones de jornadas conmemorativas, a lo que en ocasiones tristemente se ha visto simplificada.
Como Corporación, asumimos La Memoria, o mejor, Las Memorias, como un principio de acción política y una herramienta que, junto con las comunidades con quienes caminamos, propicia el diálogo de saberes, la investigación participativa, la disputa política y la reivindicación de las luchas, en aras no sólo de esclarecer elementos del conflicto sociopolítico y armado y sus afectaciones a la vida, el territorio, la cultura y los bienes comunes, sino también como uno de los elementos que componen la identidad de los pueblos que resisten a la violencia que ronda los territorios.
En sintonía con Le Goff (2002) quien entiende que la memoria es un elemento esencial en la construcción de identidad, las comunidades, líderes, lideresas y organizaciones, coincidimos en que Las Memorias, deben asumirse como parte integrante de la propia vida y de los procesos colectivos. Para todos/as nosotros/as, echar mano de Las Memorias ante las constantes violaciones a los Derechos humanos, de los Pueblos y de la Naturaleza, implica trascender la visión de “víctimas del conflicto” para convertirse en una disputa por el reconocimiento de sus saberes, sus formas de resistencia ante la zozobra de la guerra y sus sueños en el por-venir.
En medio de un contexto donde diversas comunidades y organizaciones han emprendido procesos de memoria y resistencia en sus repertorios de acción política, las luchas por la verdad no han sido un tema aislado, ni mucho menos equidistante. Dichas disputas, cargadas de luchas por la vida, la pervivencia en el territorio y la defensa de los bienes comunes de la naturaleza, han sido articuladas a los procesos colectivos de memoria como el epicentro para entender lo que ha ocurrido en sus territorios y cómo sus vidas han quedado inmersas en medio de la atrocidad de la guerra.
La experiencia individual, lo que algunos/as llaman memorias individuales, otorgan sentido a la disputa por la verdad de manera colectiva, donde todos y todas, encuentran que, a partir de sus recuerdos, relatos y narrativas, es posible erigir unas Memorias Vivas que coadyuvan en las exigencias por la verdad, la justicia y la no repetición.
Lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo constante, con alguna organización social -algunas voces son más potentes que otras porque cuentan con mayor acceso a recursos y escenarios- y con alguna estructura, dada por códigos culturales compartidos. (Jelin, 2002. P.22)
Ahora bien, optar por esta concepción de Las Memorias, resalta el valor testimonial de quienes están inmersos en esas disputas y hacen parte de los procesos de acompañamiento de la CJL, reconociendo sus propios acumulados como sujetos políticos y sus organizaciones. La base fundamental para los ejercicios de recuperación de Memorias y de construcción de información sobre las resistencias y proyectos de vida, son los testimonios directos de quienes habitan y han afrontado las consecuencias de los proyectos de guerra en los territorios.
La Memoria, es para la CJL y los procesos hermanados, una herramienta metodológica, pero también una forma de construcción de conocimiento. Frente a la crisis por la que atraviesan diferentes escenarios institucionales sobre la verdad, Las Memorias aparecen como una lucha contra la impunidad y como un mecanismo para desenmascarar los marcos de criminalidad a los que han sido sometidas las comunidades y los mismos bienes comunes de la naturaleza.
Las Memorias y sus potencialidades, representan hoy para la CJL y las organizaciones, una posibilidad de revisar el pasado a la luz de un presente violento que para todos y todas, es necesario leer en clave de proyección organizativa para la permanencia en el territorio y la defensa de la vida como umbral de la dignidad, es una potencia política en la cotidianidad de toda la experiencia de resistencia, promoción y defensa de los derechos.
Encontrarse para recordar, organizarse y luchar, pasa por percibir la importancia de reconocer lo que ha pasado, no para re-victimizar el dolor, sino para lograr identificar, a través de las luchas y las resistencias, aquellas narrativas que complementan los relatos sobre la verdad, la justicia y la no repetición en el país.
Los ejercicios de participación, acciones colectivas, demandas, reivindicaciones y conmemoraciones, son también unas Memorias Vivas en el presente frente a la búsqueda de la verdad y la lucha contra el olvido. Olvido que no es entendido como algo posterior a la memoria, sino por el contrario, como una amenaza constante por desaparecer las vivencias narradas y como un aliado de la impunidad y la injusticia.