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La memoria es colectiva selectiva en Medellín

La memoria es colectiva selectiva en Medellín

Entre las exigencias y reivindicaciones de las víctimas de crímenes de Estado ha prevalecido la búsqueda de la verdad y el reconocimiento de quiénes fueron responsables de los hechos. Para ello, han sido diversas las formas y expresiones acogidas para hacer sus llamados, para interpelar a la sociedad, cuestionar el rol del Estado como garante o responsable de la vulneración de los derechos humanos. Una de esas expresiones viene siendo el muralismo y la intervención callejera, en la que se reconoce la legitimidad propia de la libertad de expresión.

Una vez más, Medellín ha sido testigo de una intervención artística en correspondencia con la memoria, y a su vez ha sido espectadora de la censura ante los mensajes, preguntas y afirmaciones que colectivamente construyen las víctimas de crímenes de Estado.

Los hechos ocurrieron el pasado sábado 8 de febrero de 2025, cuando mujeres integrantes de las organizaciones de víctimas: Madres de Víctimas de Falsos Positivos – MAFAPO, Mujeres Caminando por la Verdad (MCV) y el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado – MOVICE, en compañía de un grupo de artistas de la ciudad, se unieron en solidaridad para reconocer los hallazgos en La Escombrera (Comuna 13), seguidamente de conmemorar y expresar por medio de un mural la reivindicación de sus derechos y la memoria de sus seres queridos, víctimas de desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales; crímenes cometidos por el Ejército nacional. En un muro colateral al Museo Casa de la Memoria de Medellín se dejó ver la frase pintada: “Todxs sabemos quién dio la orden, justicia para las 6402[1]

Ya hemos visto cómo la institucionalidad interpela este tipo de acciones sugiriendo un cuidado abstracto por los espacios públicos. Sin embargo, en este caso, es necesario mencionar que el 9 de febrero de 2023, en las instalaciones del Museo, se llevó a cabo la entrega de la medalla al orden público por parte de Jaime Humberto Pinzón Amézquita, excomandante del batallón Atanasio Girardot, quien reconoció su responsabilidad en más de 50 ejecuciones extrajudiciales. Para la fecha, el Museo Casa de la Memoria llegó a un acuerdo con integrantes del colectivo Tejiendo Memorias (el cual articula a víctimas de ejecuciones extrajudiciales ocurridas en Antioquia) para disponer el muro en mención como espacio de memoria, considerando que el Museo no contaba con un espacio habilitado para el reconocimiento de este hecho victimizante en específico. Al momento de consultar el contenido que podría tener el muro, las personas integrantes de Tejiendo Memorias expresaron la necesidad de darle continuidad a sus reivindicaciones como víctimas. El Museo se había comprometido al cuidado de este lugar y destinarlo al requerimiento y memoria de los familiares.

Volviendo al año presente, siendo el día sábado cuando se pintó el mural, para el domingo, la frase y toda intención de memoria colectiva propuesta por las víctimas fue borrada; tapada con pintura gris y sobreescrita con un nuevo mensaje que informaba que el espacio sería intervenido “con un proceso de construcción colectiva de memoria”.

Hemos trazado previamente la relación de la censura con la impunidad, reflexión naciente del accionar de la Alcaldía municipal en el marco del mural con la frase “Las cuchas tienen la razón”. No obstante, en esta ocasión, llama a la curiosidad que justamente el Museo Casa de la Memoria es un lugar que tiene como propósito misional servir como espacio de expresión de la memoria y de las voces y relatos de las víctimas. Este objetivo queda en entredicho con esta acción, pues es evidente la agresión a la memoria y a la dignidad de las víctimas; a su libertad de expresión y a la labor legítima de denuncia.

Teniendo presente lo sucedido, surgen algunas preguntas destinadas a quien hoy dirige el Museo y tiene la obligación como funcionario público de velar por el cumplimiento de la misión institucional. ¿Cuál es el respeto que tiene el Museo Casa de la Memoria con los acuerdos a los que llega con las víctimas de esta ciudad? Acaso ¿hay una selectividad de las memorias por parte del Museo; habrá algunas que  merecen ser expresadas y otras que no? ¿Quiénes deciden sobre qué y cómo se expresan las memorias de las víctimas? ¿Hay requisitos que deben ser cumplidos para que las víctimas y sus narrativas de memoria tengan un lugar en el museo? ¿Las expresiones de las víctimas deben ser avaladas por la institucionalidad para gozar de su preservación?

Claramente estas expresiones son borradas por lo que dicen, porque denuncian directamente las graves violaciones a los derechos humanos por parte del Estado, o de la fuerza pública que ha actuado en connivencia con el paramilitarismo. Son censuradas porque desafían la narrativa del oficialismo que pretende imponerse sobre la memoria colectiva que aviva una verdad, poniendo en entredicho las bases de un proyecto de ciudad y de país que cada vez más se devela como un proyecto que silencia la diferencia, en el que así como “hay vidas que merecen ser vividas y otras no” existen también verdades que merecen ser dichas y otras no.

Esta actuación reveladora del negacionismo encaminó una reunión posterior a los hechos. El pasado 13 de febrero se llevó a cabo un denominado encuentro amplio al que  asistieron, entre los distintos funcionarios, el director del Museo Casa de la Memoria y el secretario de paz y derechos humanos de la alcaldía de Medellín, quienes informaron que fue la administración municipal, en cabeza de Federico Gutiérrez, la que ordenó censurar el muro.

Borrar un mural.

Leído como frase que contempla verbo y sustantivo: borrar un mural parece algo simple; sin embargo, en la materialidad, borrar un mural que expresa una verdad es reflejo  de las disputas por la memoria a las que se enfrentan las víctimas (más específicamente de crímenes de Estado). Los sectores en el poder pretenden imponer una versión que niega y/o justifica lo sucedido, con el agravante para este caso de que se censura en un espacio construido para garantizar el derecho de las víctimas a expresarse; para promover, resguardar sus memorias y velar por su permanencia. No es menor el hecho de notificar que próximamente el espacio expondrá un mensaje de construcción colectiva de memoria, esto parece sugerir que el mensaje borrado no fuera en sí mismo una enunciación originada de un proceso de construcción colectiva para la memoria.

Habrá que insistir en las múltiples formas de permanencia y expresión de la verdad, contemplando que la memoria advierte de su propio poder: incomodar a quienes se han atrevido históricamente a negar los hechos y preservar la impunidad.

Podrán borrar los murales, podrán omitir sus responsabilidades, podrán incumplir los acuerdos, podrán alterar los relatos, podrán sugerir que son mensajes de odio; pero nunca, nunca podrán arrebatar la visión de justicia que contempla el arte y acoge la lucha de las víctimas de crímenes de Estado. Eso nunca podrán lograrlo, ni siquiera cuando lo intenten.


[1] Número de víctimas de ejecuciones extrajudiciales establecidas hasta el momento a nivel nacional, para el periodo 2002 -2008, durante el mandato de Álvaro Uribe Vélez

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Last modified: 14 febrero, 2025
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