COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ
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Desde que se hizo pública la convocatoria a un Homenaje a la Víctimas, el 6 de marzo, en el escenario político mediático, esta iniciativa del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, Movice, ha sido distorsionada, expresándose el poder real de los media, su capacidad de simulación de una supuesta opinión democrática y su mimetización en últimas con el poder institucional, la memoria oficial, el discurso estatal.
Una de las primeras reacciones a la propuesta fue la del asesor gubernamental José Obdulio Gaviria quién asoció la convocatoria a una expresión de la guerrilla de las FARC EP, y que por esa razón no participaría en la misma. Ese planteamiento facilitó una serie de interpretaciones que propician la estigmatización, el señalamiento, y distorsionan las motivaciones de la convocatoria.
La asociación de la convocatoria a una acción de la guerrilla niega de un tajo las razones éticas, jurídicas, y política que inspiran a los convocantes. Horas después, sectores de opinión cuestionaron su posible politización, entre otras razones, por que fue reproducida en diversas páginas Web, entre ellas las de Anncol, como si este hecho significará que la guerrilla de las FARC orquestara la iniciativa. Falso pretexto y falso dilema. En el mundo de la Internet, es posible o no adherirse, propagar o no, sin que eso signifique que quién divulga sea el sujeto convocante. Ese pretexto produjo un falso dilema, muy bien usado por el poder, muy bien resonado por los media. Según ellos, actuar como ciudadano el 6 de marzo es ir contra el Estado, es proteger a los terroristas. Es la misma perspectiva discursiva usada desde el 2002 todo lo que no este a favor de las políticas de gobierno es terrorista, no hay población civil ni conflicto armado. Ese pretexto se uso para señalar, para estigmatizar, para paralizar, para prevenir. Sobre este mismo planteamiento, el “Movimiento Nacional de Autodefensas Desmovilizadas” se pronunció, afirmando que nunca en desarrollo de la estrategia paramilitar el Estado colombiano tuvo responsabilidad alguna.
No pocos columnistas, no pocos entrevistadores se sostuvieron sobre este argumento para reiterar la defensa acérrima de las instituciones. Mostraron la existencia de una guerra entre actores ilegales, excusando a las fuerzas militares de su responsabilidad en el paramilitarismo y en violaciones de derechos humanos. Poco a poco, la convocatoria del Movice se mostró como reacción a la marcha del 4 de febrero. Su sentido se enfocó por algunos medios como la expresión revanchista y competitiva, cuando no de una confrontación a la opinión pública por su expresión masiva contra la guerrilla. Otros le “colgaron” propósitos que no pretendía la convocatoria como lo hizo el columnista Alfredo Rangel.
Algunos columnistas expresaron su respaldo a la iniciativa indicando que participarían, pero dejaron entrever sus reparos a la propuesta por inoportuna, muy cercana a la del 4 de febrero, y agregaron que era un deber, así como lo fue el 4 de febrero de salir a expresarse. Con las horas fue haciendo carrera la tesis de que se trataba de una marcha contra las Fuerzas Militares. Días después, en medio del escenario donde los victimarios mienten, ocultan y agraden a las Víctimas, un vocero de la iglesia católica, expresó respecto a la convocatoria del 6 de marzo a la radio: “es otro tema que no hemos hecho así una reflexión, pues hay varias cosas que a uno lo ponen a pensar. En primer lugar, pues la marcha del 4 de febrero fue una marcha limpia, ya que fue convocada por jóvenes no metidos en política ni aliados del gobierno. Fue una marcha pura donde el pueblo pudo manifestar todo lo que quiso a favor de la liberación, a favor del acuerdo humanitario, a favor del término de la violencia. Ahora pues esta tiene otra connotación que pues las autodefensas o paramilitares están hoy en una posición muy distinta a la de las FARC. O sea, ya se han desmovilizado en su inmensa mayoría sometidos a un proceso de paz, han cantado muchos de sus delitos, espera el pueblo colombiano que sometidos a la justicia y que acepten el fallo de la justicia, de manera que allí hay un camino recorrido muy grande, no es tanta pues la angustia pueda producir en el sentido de que no este marchando un proceso para hacer justicia en lo que se refiere a los paramilitares. (“http://www.wradio.com.co/ 8:23 am Exclusión de iglesia como mediador no afectará su gestión 15feb 2008 “)
Fernando Londoño, ex ministro de Uribe, deslegitimó el acto de homenaje a las víctimas, asumió como era de esperarse una férrea defensa de las Fuerzas Militares y apeló a los propietarios de El Espectador, el grupo Santodomingo a actuar coherentemente. La editorial de este semanario el fin de semana pasado, titulado “A Seguir Marchando” se refirió a la responsabilidad estatal en violaciones de derechos humanos, entre ellas, lo que se conoce como las ejecuciones extrajudiciales o mejor homicidios cometidos por las fuerzas militares y la vinculación de agentes estatales con el paramilitarismo. La Manipulación de un Editorial http://www.eltiempo.com/ de una movilización raquítica mejor no intentarlo”, la expresión de Álvaro Valencia Tovar O en las palabras de Salud Hernández “el 6M no es que carezca de propaganda sino que, a pesar de las fosas y todo lo demás, está el atenuante de la desmovilización; con los cabecillas y los políticos cómplices en la cárcel. Y como los colombianos consideran que los ‘paras’ son un subproducto de las guerrillas ante la ausencia del Estado -no como el resultado de una oligarquía reaccionaria sino de toda una sociedad que rechaza el comunismo- es redundante convocar una marcha contra un actor que ya está al margen de la contienda y que se considera totalmente ilegítimo y sin ninguna autoridad para remplazar a las instituciones.
Ese ‘no más’ a los ‘paras’ está implícito en el respaldo dado a la seguridad democrática y en la aceptación y credibilidad de las Fuerzas Armadas y de Policía, además de otras instituciones de ese Estado al que se quiere acusar de criminal en la marcha del 6 de marzo. De manera que mientras las mayorías le apostamos al fortalecimiento de la institucionalidad, algunos pretenden hacer un juicio que no es más que un pulso político entre el modelo totalitario que quieren imponernos y la democracia que somos. Esa comparación de fuerzas es precisamente lo que está en juego en estas marchas. (¿Una marcha de desagravio?)
El gobierno en comunicado de tres puntos, que deja serios interrogantes, señaló que no comparte algunos de los términos de la convocatoria del Movice, en particular, los que se refieren a la responsabilidad del Estado de una política criminal (febrero 15 de 2008). Agrega, sin embargo, que “garantizara a quienes quieran movilizarse el próximo 6 de marzo el ejercicio de ese derecho”.
Las expresiones del alto gobierno, en ningún momento descalificaron las del asesor presidencial, sino que reiteraron por medio de otra construcción narrativa lo que éste había expresado. No se pronunció explícitamente frente a las amenazas de paramilitares a organizaciones de bases. Horas antes el Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos había expresado que él con todo el gusto participaría en las acciones del 6 de marzo, si la marcha no se dirigiera contra los militares y policías.
Leídas y escuchadas la multiplicidad de expresiones, se percibe unas matrices comunes de interpretación en la mayoría. Las posibilidades de percibir las manifestaciones del 6 de marzo como una expresión ciudadana o de motivación a la ciudadanía sustentada en la ética de la solidaridad con las víctimas del paramilitarismo, y las víctimas del Estado no es posible. Porqué existe un proceso de desmovilización efectivo, voluntad de paz, porque el Estado no es responsable de violaciones de derechos humanos, y no es posible ni ética, ni política ni jurídicamente diferenciar las violencias.
Del entusiasmo mediático unanimista al desconocimiento
El entusiasmo mediático e institucional sin parangón en la historia de Colombia, aprovechando la sensibilidad nacionalista, la crisis humanitaria y ética del secuestro y o la retención, las irresponsabilidades de la guerrilla en el caso del niño Emmanuel, se convirtieron en elementos fundamentales que propiciaron la cruzada el 4 de febrero. El unanimismo amplio, no absoluto, mostró el poder de los media, en medio de subjetividades que se expresaron por el Acuerdo Humanitario, o de las que al mismo tiempo que rechazaban la violencia guerrillera, expresaban su solidaridad con las víctimas. A pesar de que muchos sectores de ciudadanos se expresaron desde una postura ética, la movilización del 4 de febrero, no fue mayoritariamente la expresión de esa ética ciudadana. El efecto del facebook tampoco fue el eje aglutinador fundamental. Se produjo toda una interacción mediática e institucional, alianzas de medios, estrategias propagandísticas y publicitarias, entrecruzamiento de imágenes, de sonidos, de expresiones, y de enfoques de interpretación de lo humanitario subordinado a la fuerza, de fortalecimiento de la salida militar, negando los derechos a los familiares de las víctimas.
Ese entusiasmo y proactividad mediática ha estado muy lejana respecto a esta convocatoria del 6 de marzo. Aquí no hay páginas con la promoción diaria de la convocatoria, no hay enlaces ni invitación en las páginas virtuales, no hay espacios en los que se coloquen los casos de los Crímenes de Estado. No hay una voluntad explicita de los propietarios de los media, de sus “gatekeeper” – “guardadores”- y los reporteros de profundizar, de analizar, de proponer una nueva participación ciudadana frente a los Crímenes de Estado.
Esa sensibilidad de solidaridad mediática no se desarrolla en particular para las salidas civilistas de los Acuerdos Humanitarios, para las víctimas invisibilizadas del Estado. Se trata de sostener la idea de una democracia, donde hay puntos de vista diversos, donde es posible escuchar a otras víctimas, siempre y cuando estas no se refieran al Estado como un Estado criminal. Para estas víctimas no hay apertura real y democrática. El agenciamiento mediático es la movilización de la mayoría. Esa mayoría coincidente, con excepciones, en las agendas oficiales o en mentes oficializadas, que solo pueden dar respuestas viscerales que se hacen opinión pública y se convierten en razón, así solo exista la sin razón, es la experiencia de las expresiones totalitarias, totalizantes que se han vivido en el mundo. Olvidan que la razón de la mayoría no es la razón verdadera.
Entre editoriales, columnistas, generadores de opinión, entrevistas a algunos voceros del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado la convocatoria original ha quedado desfigurada y desdibujada. Más allá de la reacción mediática a la convocatoria inicial se han ido desarrollando procedimientos y técnicas en los medios que permiten decir, que existe un cierto registro, una determinada exposición tendiente a deslegitimar, a controlar – desdibujando- , a simular que hay una agenda democrática comunicativa en los media.
Una construcción mediática ha ido perfilando el desarrollo de la noticia oficializando la información. Es decir, mostrando la legitimidad de la manifestación como expresión ante actores ilegales, incluye nuevamente, indistintamente guerrilla y grupos de “autodefensa” eventualmente llamados paramilitares.
En la radio de hoy se escuchaba en los “gatekeeper” diciendo: compartimos los propósitos de “la marcha”. Guerrilleros y paramilitares han secuestrado y desaparecido, han desplazado, han ejecutado extrajudicialmente. Se deja de lado la responsabilidad del Estado, eventualmente se reconoce la participación en casos aislados de agentes del Estado, pero al final el sentido del Homenaje a las Víctimas ha quedado sepultado. Es una información espejo, institucionalizado un discurso de derechos de las víctimas, de garantías a la expresión ciudadana y de cuestionamiento a la tesis del Crimen de Estado. (Comunicado de la Presidencia) Los medios tienen un aval para actuar correctamente, pero al mismo tiempo siendo ellos concreción de poder, siendo poder también real y constructores de imaginarios y de sensibilidades.
Los modos de la simulación
La actitud de exigencia de una información democrática por parte del Movice, en algunos casos desafiante e interpelante a los periodistas y en el fondo a los propietarios de los medios ha llevado a una respuesta que genera la sensación de la comunicación democrática, es el efecto de la simulación.
Ese primer modo de esa simulación se manifiesta en las expresiones de columnistas que en sus escritos se han referido a la convocatoria sea para cuestionar su sentido, distorsionarlo o apoyarlo. En dichas apreciaciones de prensa, la mayoría están en oposición o desfiguran su sentido pero muestran una opinión plural.
Un segundo modo de esa simulación es que la radio o la televisión se refiera a la convocatoria con entrevistas de los organizadores, sus opositores o con la opinión de oyentes o televidentes, produciendo la sensación de un mayor nivel de recordación, de posicionamiento y de que se ha ido constituyendo espacios de opinión más abiertos sobre lo que va a ocurrir el 6 de marzo.
Una consecuencia evidente en esa simulación, que se configura con elementos subjetivos, de quienes tienen la posibilidad de una columna, quiénes dirigen y conducen los espacios en los medios, es que el poder mediático se muestra como construcción democrática, como ejercicio de libertad de expresión, como espacios abiertos, plurales, de contrastes y por tanto imparciales. La simulación de la democracia informativa.
A los mecanismos tradicionales del flasheo para el olvido, de la justificación patente o latente de los crímenes de Estado y su ocultamiento, a la distorsión de las expresiones de las víctimas de Crímenes de Estado, se suma la creación de un escenario de aparentes simetrías donde todas las opiniones pueden expresarse.
Nadie podrá decir que se negó el acceso a la información. Nadie podrá decir que no se propició la participación en la divulgación de ideas. La formalidad como la del Estado de Derecho crea la sensación, la imagen de algo que no es, pero que existe de alguna manera: la “democracia” de la opinión pública. Es el mismo sentido de la opinión presidencial en su comunicado, “aunque no compartimos” brindamos las garantías. Justo cuando no se trata de compartir unas apreciaciones si no de asumir unas responsabilidades que la conciencia de la humanidad ha construido para diferenciar el Estado de la barbarie del Estado de Derecho.
Esa simetría de la que hoy se vanagloria los media ante lectores, oyentes, televidentes, es el mismo criterio de interpretación y de juicios de la violencia. Se habla de las violencias ilegales, el mismo espíritu de la Seguridad Democrática y la ley 975. Aceptar la distinción de las violencias, seria reconocer la responsabilidad del Estado, sin embargo, esto no es posible, porque Crímenes de Estado no existen. Existen los crímenes de las “autodefensas” o de los terroristas de las guerrillas. Eventualmente, los de unos bandidos involucrados en la institucionalidad que deben ser juzgados. Justo lo que se expresa en la comunicación institucional es que no se reconocen las violaciones de derechos humanos, el Estado se autocalifica de protector, de gestor del respeto a los derechos de las víctimas y de garante de la manifestación. Por supuesto no rectifica ni contradice a quién con total apoyo mediático desde hace 8 días descalificó el Acto del 8 de marzo o quiénes han amenazado a las comunidades y organizaciones indígenas y otras. UNIPA ES ONIC: !AMENAZADOS POR MOVILIZACION DEL 6 DE MARZO!!!
Las formas, las ediciones, los contrastes
Ese ejercicio de simulación democrática en los medios electrónicos, que son a los que consumen o acceden públicos más amplios, incluyendo el ciberespacio, internet, se ha desarrollado respecto a la jornada de Homenaje a las víctimas con varios mecanismos.
1. La formalidad como simulación del ejercicio de libre expresión y de respeto a la opinión
Propiciar entrevistas abiertas para luego indicar conclusiones, reiterar conclusiones que no corresponden al sentido y a las expresiones del entrevistado es imponer un modo de interpretación.
2. La edición y la exclusión
Las posibilidades de cortar, de pegar, de unir partes excluyendo los aspectos de fondo y las problemáticas expresadas por los sujetos convocantes es un modo de la censura que no se muestra como tal, pero que privilegia u oculta aspectos que son sustanciales. La arquitectura o estructura formal está definida por un fondo que quiere ser negado, ocultado como es la responsabilidad del Estado
3. Los contrastes como espectáculo
Los supuestos contrastes de opinión han destacado más las versiones de desconocimiento del espíritu del Homenaje a las Víctimas que refuerzan la distorsión de lo que se ha pretendido con el 6 de marzo.
Desconociendo el Derecho Internacional de los Derechos Humanos se compara lo incomparable o se pone a competir dolores propiciados de la violencia estatal (nunca nombrada de esta manera) con la violencia de la guerrilla. El crimen de Estado no existe o no se puede justificar combatir el crimen con crimen.
Se demoniza lo humanitario, se estigmatiza la solidaridad, se sacraliza el olvido, la impunidad o la historia oficial como sucedió con las expresiones del 4 de febrero, en la que se observó como un amplio grupo de la opinión se pronunció por el Acuerdo Humanitario.
No hacen eco ni lo harán
Es evidente que no hay eco, que no hay evocación positiva, que no convocan, que no nombran, ni visibilizan transparentemente el sentido del Homenaje a las Víctimas. A aquellas que se han negado a la militarización y a la guerra, a aquellas que en su memoria social de minorías apelan, refieren, hablan, dicen de otra sensibilidad referida a ciudadanos, a derechos, a sujetos no son registrados realmente. Como poder los medios no hablan de la sistematicidad, de la gravedad de las violaciones de derechos humanos, ni de la necesidad de esa memoria de asesinados, desaparecidos, torturados, desterritorializados, aquellos, que no corresponden a los consumidores del “marketing”, al “target” definido en las estrategias de la sensibilidad del mercado, de esta “democracia”. Los medios son los guardianes de la “libertad”. De esa libertad cotidiana, que permite a unos el consumo y a otros el hambre, la miseria y la exclusión, la exclusión. Que legitima la impunidad a los Crímenes de Estado.
Los medios son de información, son poder que construye imaginarios de sensibilidades únicas, poder que no puede superponerse ni contradecirse con el poder existente. Pero estos han demostrado que no son solo medios son poder real. Son constructores de realidades que se hacen verosímiles. Son productores de narraciones, de relatos verosímiles, independientemente, de que lo verosímil sea verdad. Son actores que crean consentimiento social, seducen apelan a la sentidos, configuran percepciones – opiniones. Movilizan sensibilidades. Ese es su poder. Y eso poder no es el que se expresa el 6 de marzo, ya se expresó el 4 de febrero. No hay en realidad democracia informativa sino simulación de democracia.
Las víctimas a las que se quiere hacer un Acto de Homenaje son sujetos de otra sensibilidad, que interactúa con esa sensibilidades mediáticas, pero que se expresan de otro modo, en rituales que no son masivos, que no pueden serlo porque hablan de lo que nadie quiere ver, de lo que no se ha aprendido a percibir, por que dicen de lo que nadie quiere creer, a pesar de las pruebas, a pesar de la realidad misma, a pesar de que incluso se es o se ha sido víctima: el terror del Estado.
Los agenciamientos sociales de las víctimas, en sus diversas expresiones sociales son indicio, signo y realidad de la barbarie de un Estado, de un modelo de sociedad que ha ido convirtiendo las necesidades humanas en “gustos” y los derechos en expresiones criminales. Son la expresión de la fealdad del Estado, rostro que no quiere ser mostrados, ser visto y ser reconocido.
Este 6 de marzo debería expresarse eso bello y sublime, eso de la dignidad dignificada, que no puede estar en los medios pues se desmoronarían y eso significa la enunciación de una expresión estética distinta, diversa, diferente a la existente. En ese mundo construido se ha hecho sentir que las víctimas son un estorbo en la realidad imaginada de “progreso”, de “desarrollo” y de “democracia”. Las víctimas y o sus familias, los que con ellos se solidarizan apelan a la memoria frente al olvido, a la verdad frente a la mentira, a la justicia frente a la impunidad. Se trata de otro modo de existir, de ser en su conjunto, eso debería ser el 6 de marzo. No es algo de masas. Es algo de minorías, en contravía y en contradicción con lo existe, con lo legitimado socialmente, con la estética mediática, con sus narraciones, como construcciones de un imaginario de poder. El 6 de marzo es otra cosa, la expresión del rescoldo cuando todo es cenizas, cuando nada distinto parece ser posible.