Comunidad de Paz de San Jose de Apartado
Marzo 23 de 2011
Habíamos hecho entre toda la comunidad una reflexión de los catorce años que cumplíamos: sobre nuestras opciones, donde hemos dicho sí a la vida y no a la muerte. Estando en ello nos encontramos con un nuevo asesinato realizado por los paramilitares y con la complicidad de la fuerza pública. El descaro de todo lo que está pasando es tan evidente que quien tenga mínimos principios éticos no puede dejar de sentir rabia y dolor profundo ante tanta hipocresía de un gobierno y un Estado que habla un discurso y la realidad es totalmente distinta.
Los hechos que dejamos constancia al mundo son tan claros que no merecen ningún tipo de comentario y análisis. Lo descrito en los días anteriores se está cumpliendo, allí enmarcábamos todas estas muertes anunciadas desde el paramilitarismo en colaboración estrecha con la fuerza pública, utilizando como siempre lo han hecho la mentira para desvirtuar todo.
Creemos que quienes caminan desde diversos lugares con nuestra comunidad se niegan a este horror e igual que nosotros, creen en la construcción de la vida sin ninguna forma de retroceso.
El 22 de marzo de 2011, a las 18:20 horas una moto con dos paramilitares armados siguieron el carro desde Apartadó donde se dirigía Jesús Emilio Tuberquia, se acercaron varias veces lo observaron a él, lo vieron acompañado de gente internacional y se quedaron en Tierra Amarilla. En dicho lugar esperaron a BERNARDO RIOS LONDOÑO quien se había encontrado minutos antes con Jesús Emilio en el terminal de Apartadó y quien venía en bicicleta. Los paramilitares lo detuvieron en Tierra Amarilla y lo asesinaron hacia las 18:30 horas. En esa hora se encontraba a cinco minutos un retén del ejército, así como dos retenes más de la fuerza pública en la carretera.
BERNARDO tenía 27 años, había estado en la comunidad meses antes y se había salido para irse a vivir a la vereda la Miranda donde residía y trabajaba como aserrador; sus hijos y compañera viven y hacen parte de nuestra comunidad.
La comunidad al enterarse del asesinato ha ido por el cuerpo de él para ser velado y enterrado en nuestra comunidad.
Los sembradores de la muerte han intentado acabarnos en estos catorce años, nuestra testarudez por la vida nos lleva a no cederles; con el miedo, la impotencia, la rabia de tanta impunidad y complacencia del Estado ante tanto horror, apostamos por construir en nuestro hoy y en nuestra comunidad una vida distinta, celebramos catorce años en el funeral de Bernardo para apostarle a la resistencia civil, su memoria y la de tantos otros asesinados nos darán esa luz para seguir un camino de esperanza no mercantilizada en recompensas sino en dignidad y coherencia por la vida.