1929 – 1966
Cuentan que tras la bala
se oyó una voz.
Era Dios que gritaba:
¡Revolución!…
Lo clavaron con balas
en una cruz,
lo llamaron bandido
como a Jesús.
Y cuando ellos bajaron
por su fusil,
se encontraron que el pueblo
tiene cien mil.
Cien mil Camilos prontos
a combatir,
Camilo Torres muere
para vivir.
Cruz de luz, Daniel Viglietti
A 45 años de su muerte, Camilo Torres continúa siendo recordado como el hombre en cuya lucha se cristalizó el sincretismo de tres mundos: el social, el humanista y el espiritual.
Desde joven demostró carácter para cruzar fronteras y generar rupturas. Eligió el camino del sacerdocio, no para irritarse en la defensa de falsas palabras y compromisos nebulosos, sino para guiar su vida a través del amor al prójimo y, por consiguiente, de la lucha por la superación de los problemas sociales que sometían, y continúan sometiendo, a los colombianos.
Sus estudios de Sociología en Lovaina le permitieron conocer una ciencia social que en lugar de justificar de manera rimbombante la pobreza y la explotación, y dedicarse a la contemplación de la realidad social, buscaba explicaciones a partir de una interpretación marxista y se adentraba en el terreno de la acción política. De allí que tanto el marxismo como el humanismo se constituyeran en pilares para su reflexión y su acción sobre la lacerante realidad nacional.
No obstante, cuando todas las puertas se cerraron, cuando se eclipsaron los caminos de la acción urbana y rural, Camilo Torres se acogió al amparo del monte y se echó un fusil al hombro. Cuatro meses después, el 15 de febrero de 1966, murió en enfrentamiento con el Ejército, en la vereda de Patio Cemento del departamento de Santander.
Tras 45 años de su muerte, el pensamiento de Camilo Torres continúa vigente no sólo porque las condiciones sociales de su época son las de nuestra época, y más aún porque con el tiempo se han afinado la usurpación, la explotación, el terrorismo de Estado, las divisiones a ultranza entre los sectores marginados de la sociedad –como bien lo dijera Camilo hace más de cuatro décadas-; sino también porque continúa siendo imprescindible unificar las ideas de cambio para lograr transformaciones profundas y reales en la sociedad colombiana.
REFLEXIÓN A 45 AÑOS DE LA MUERTE DE CAMILO
¿Por qué recordar a Camilo, muerto hoy hace exactamente 45 años? Y ¿por qué evocarlo en un momento marcado por la oración? En las religiones, la oración es un mecanismo privilegiado para hacer presente a aquellas personas que han encarnado de manera modélica los grandes pilares éticos sobre los cuales aspiramos a construir la humanidad. En la oración, el pasado se hace presente y nos reviste de su fuerza para moldear el futuro en términos de equidad entre las personas y los pueblos, ilumina vías para la construcción de una sociedad con oportunidades para todos los hombres y mujeres que la conforman. Al evocar a Camilo en este momento de oración estamos confesando que no es una figura del pasado, sino que su legado sigue vivo en medio de quienes se atreven a cuestionar el sistema y a construir alternativas de vida para los más pobres. En la oración, Camilo se hace memoria subversiva y provocadora. (LEER MÁS)