Desde el pasado sábado 9 de junio la familia de Amelia Bedoya Rendón no tiene agua. Su vivienda, de tablas apolilladas y plásticos maltrechos, está ubicada en el sector de La Paralela del barrio Moravia, al pie de El Morro, de donde un centenar de familias fueron desalojadas -entre amenazas y engaños- por la Administración Municipal, empeñada en implementar un macroproyecto turístico en la zona, siguiendo la lógica de desarrollo que invisibiliza, violenta y margina a las comunidades más pobres de la ciudad.
Detrás de los paneles de colores que han cercado El Morro, visibles desde la Terminal del Norte y los carriles del Metro, está la montaña de basura que se ha venido acumulando desde los años 70 y una delgada pero necesaria tubería que provee de agua a diez de las familias que aún no han sido desplazadas hacia Nuevo Occidente, Álamos 1 y 2, Puerto Nuevo o La Herradura. Quince metros de esta tubería fueron destruidos por la retroexcavadora que desde enero de este año ha estado removiendo basura, aplanando El Morro y rompiendo la tubería. “Lo que me dijo uno de los trabajadores cuando vi el daño y le dije que lo que ellos querían era presionarnos para que desalojáramos fue: ‘a madre, usted sabe cómo es aquí en El Morro’”, afirma Amelia quien ha denunciado en varias oportunidades que la desconexión del servicio de agua, aparentemente accidental o no, ha sido un mecanismo recurrente de la Administración y las instituciones a cargo de la vivienda en la ciudad para “hacer aburrir a la gente”. Y agrega: “de los que se han ido, muchos lo hicieron por eso. Es que si uno tiene niños o ancianos en la casa, el agua le hace demasiada falta”. “Yo llegué a Moravia a los 6 años y tengo 36. He vivido en Orilla del Río, El Oasis, El Morro, el sector La Paralela. Me han desplazado la violencia, la fuerza pública y las tragedias, y aquí sigo. Vamos a ver quién aguanta más, porque yo no me voy”, asegura Amelia. |
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