Los Mitos y las Leyendas son una de las costumbres más importantes del pueblo colombiano. Hacen parte de la tradición oral que se encargó de unir la fantasía con las creencias populares: el Sombrerón, la Llorona, la Pata Sola, la Madre Monte, el Mohán, son algunas de esas leyendas de personajes fantásticos que permanecen en nuestra memoria.
En Medellín también parece que algunos temas se han vuelto un mito. Vemos en vallas regadas en la ciudad y que se repite a diario en la prensa y en la radio que esta ciudad es la más innovadora y que aquí la plata si se ve; que es una ciudad para la vida; que tenemos una empresa de servicios que es pública, entre otros maquillajes, mentiras que se repiten al punto de que hemos terminado por creérnoslas.
Y sí, contamos con grandes inversiones en urbanismo, proyectos para la recuperación del espacio público y para mejorar la movilidad de la ciudad: vemos cómo los grupos políticos y gremios económicos dominantes no escatiman en planes y presupuestos para desarrollar obras de infraestructura como la conexion vial Aburrá Rio Cauca, el túnel de oriente, los metro cables de la comuna 6 y 8 y el parque del río que por ejemplo para el año 2015 cuenta con una asignación presupuestal de 7 mil millones de pesos o el cinturón verde -jardín circunvalar- que para el año entrante representa una inversión de 4 mil 500 millones de pesos.
Mucha inversión sí, pero ¿por qué los medellineneses no podemos definir las necesidades a las cuales debe hacérsele una inversión social prioritaria para sacar de la pobreza a la mayoría de habitantes de esta ciudad innovadora? ¿por qué el gobierno municipal no enfoca todos sus esfuerzos en aminorar los altos costos sociales que esos mismos desarrollos urbanísticos impactan en la vida y economía de los vecinos de esas obras?
¿Por qué no hay suficiente presupuesto para los sectores y barrios populares carentes de obras necesarias como el acceso a alcantarillado que beneficiaría la salubridad pública y el medio ambiente sano, pero también la estabilidad del suelo y la seguridad de la vivienda?
¿Cuánto dinero del presupuesto público es invertido efectivamente para resolver las necesidades básicas de la población? ¿Qué voluntades tiene la alcaldía de Medellín para resolver graves problemáticas sociales como la ausencia de agua potable, vivienda, energía eléctrica, alimentación, empleo?
Esta ciudad iluminada con más de 30 millones de bombillas led y 800 kilómetros de manguera luminosa para la época navideña oculta las más graves tragedias humanitarias en los barrios populares: la escasez de agua potable para más 15 mil personas de la comuna 8 que están a tan solo 10 minutos del centro de la ciudad; las condiciones de insalubridad para más de 30 mil familias que no tienen un adecuado sistema de alcantarillado y la implementación masiva de la energía prepago como estrategia comercial de recaudo de cartera con más de 100 mil clientes en su mayoría desconectados y en situación de pobreza, miles de desempleados que en su rebusque diario apenas tienen la libertad para decidir si comprar comida o comprar la tarjeta prepago.
Así viven nuestros vecinos de los barrios populares y paradójicamente en días pasados nos dieron la noticia sobre la aprobación del presupuesto de EPM para los próximos cuatro años por la no modesta suma de 10,5 billones de pesos que se invierten para promover la expansión de los negocios del Grupo EPM y modernizar y mejorar la técnica de mercantilización de nuestros bienes comunes. Ante este panorama no dejamos de preguntarnos ¿si esa es la inversión que requiere el negocio cuál será la ganancia, para quiénes las utilidades?, seguramente esa platica no la veran jamás en sus vidas los medellinenses “dueños de la empresa” y por el contario seguiremos asumiendo altos costos por la explotación de los recursos, el desplazamiento de zonas de influencia para la generación hidroeléctrica, el alto costo del agua y la energía eléctrica aun cuando producimos el 35% de la que consume el país; seguiremos viviendo la desconexión de los servicios, la sed y la oscuridad.
Preocupa que tantos millones de pesos adornen esta ciudad empobrecida y desigual, que la administración municipal sea tan opulenta en gastos para llamar la atención de propios y extraños. Preocupa también que los recursos públicos se destinen a dinamizar el mercado energético, inmobiliario y de la construcción. Cómo sentir orgullo en medio de tanta pobreza pero a la vez tanta opulencia y recursos públicos malgastados.
Vecinos y vecinas, es hora de que reflexionemos sobre la riqueza de la ciudad de Medellín, no para sentirnos orgullosos, sino para reclamar una inversión más social, más humana y enfocada a garantizar el acceso efectivo a los derechos fundamentales ¿cómo podemos seguir contentándonos con esta apariencia de democracia? ¿cómo podemos seguir tan tranquilos mientras nuestros vecinos pasan la navidad a oscuras?
Encendamos el fuego de nuestros corazones e iluminemos el camino hacia la dignidad; porque en esta ciudad los sectores populares no pueden seguir viviendo en la penumbra de los mitos construidos a base de exclusión y despojo.
Ni mito ni leyenda, frente a la realidad de la desconexión de los servicios públicos domiciliarios es necesario actuar, luchar y resistir.
Te invitamos a participar de la marcha de los desconectados este domingo 7 de diciembre de 2014. Salida del Teatro Pablo Tobón Uribe. 7 pm.