John Garzón, líder comunitario en Bello Oriente
Mi nombre es Jhon Garzón, vivo en el barrio Bello Oriente que queda en la parte alta de la comuna 3, Manrique, eso es zona nororiental de la ciudad de Medellín.
En el barrio hago parte del equipo de acción solidaria de la Fundación Social Palomar, de acción solidaria en educación, cultura y recreación. Y pues desde la fundación se ha venido trabajando la defensa del territorio desde hace los 15 años que va a cumplir la fundación de haberse constituido, digo que más de 15 años porque sé lo que es reconocido en el barrio, por compañeros y compañeras de otros lugares, es que los territorios se defienden habitándolos y pues al barrio, a ese sector, a ese territorio, empieza a llegar gente desde principios de los años 80.
¿Cómo se inicia la construcción del barrio, cómo empiezan a habitarlo?
En un principio se da por vías de hecho y de la invasión, habían pocas familias, hay algo particular con el territorio y es que pese a estar en la parte alta de la comuna 3, el barrio se empieza a configurar es entrando por toda la parte norte, por los lados de Santo Domingo por personas que venían incluso entrando desde Bello.
Cuando se da acceso por parte de la comuna 3 ya el barrio estaba… había mucha población, ya habían muchas casas, ya habían muchas personas que habían llegado. En un principio las personas que llegan, los primeros que llegan hablan de una búsqueda de mejores condiciones económicas su desplazamiento se da precisamente por las condiciones que se estaban dando en otros municipios, puntualmente o la mayoría de los que llegan, ellos llegan es de Ituango y hablan es de eso, llegar a la ciudad buscando mejores condiciones de vida.
Eso fue aproximadamente hace 30, 32 años, sin embargo por los años 80 que también se encrudece el conflicto en muchos lugares del departamento, llega por ejemplo un grueso de la comunidad afrodescendiente que proviene de Mandé, eso es en Urrao, ellos llegan, es el primer grupo grueso de personas, de los primeros grupos gruesos de personas que llegan directamente por un desplazamiento forzado.
Ya cuando estas personas llegan, ya mucha partes del barrio estaban habitadas, sobre este territorio, lo que en un principio estaba siendo una invasión luego empieza por la cantidad de personas que llega a configurarse por sectores y ya entonces se empieza a darse esa necesidad de tener por lo menos documentos con los que garantizar o con los cuales corroborar la permanencia en esos lugares. Y en su mayoría se da por medio de compra ventas, compra ventas con otras personas, incluso eran ajenas del barrio, eran ajenas al lugar o ya propias del sector. En un principio el barrio se conocía como la finca de la Tebaida y luego se configuraba como el barrio Bello Oriente.
El barrio se ha desarrollado por mano propia, de la comunidad, todo está estructurado es por mano de la comunidad.
Al principio tuvo una alta incidencia los grupos eclesiales de base que fueron de los primeros que llegaron y también las personas que fundan el barrio hablan de unos grupos de estudiantes que llegan, estudiantes universitarios que llegan al barrio y de la mano de ellos se construye lo que es la primera caseta comunal, se construye una iglesia y empiezan a darse pues como algunas estructuras. Se empiezan a tirar vías de acceso, se empiezan a tirar también lo que son los sistemas de riego, que en principio era solamente formando unas pequeñas represas o el agua de la quebrada la Tebaida, de la Raízala y de otros nacimientos que hay en el sector, que hay en el territorio, de uno de esos nacimientos es de donde se instala el primer transformador, para fuente de energía, incluso con lo que se mueve el primer ferrocarril de aquí de Medellín.
Entonces la comunidad empieza a hacer estos trabajos para garantizarse el acceso al agua y por esa época, estamos hablando 80, 90 y ya finalizando los 90, ya el barrio había experimentado la presencia de todos los grupos armados, entonces en un principio era delincuencia común, luego de la delincuencia común llega la insurgencia y después entra el paramilitarismo y después del paramilitarismo entra el Estado.
Ya el barrio estaba configurado por sectores. Nosotros como Fundación Social estamos ubicados en la parte alta, de hecho ese es el perímetro urbano, es el límite con la vereda Piedras Blancas y desde allí pues se empiezan a impulsar una serie de trabajos. Ya también se ha configurado la junta de acción comunal, se ha configurado también, se han constituido dos grupos de teatro y están teniendo mayor llegada como otras entidades para hacer también un trabajo formativo, cultural y por esa época como decía al principio muy de la mano de los grupos eclesiales de base.
¿Qué es el territorio para usted?
Para mí el territorio inicia en nosotros, inicia en el cuerpo y en nuestras familias y en las necesidades que ellos empiezan a tener, que nosotros nos vemos en la necesidad de solventar y ya ellos se vinculan a una comunidad, la comunidad de un barrio y del barrio a la ciudad.
El territorio para nosotros en este momento es ese lugar donde estamos habitando, a donde nuestras familias han llegado después de haber trasegado por muchos otros lugares y han incluso tenido la posibilidad de mantener las dinámicas que tenían en sus lugares de origen.
Entonces para nosotros el territorio lo nutre el trabajo de la tierra, lo nutre la relación y la convivencia con los vecinos, lo nutre esa necesidad de no solventar solo lo propio sino el entendernos como un cuerpo y el entender entonces que el trabajo debe ser precisamente común para poder garantizar precisamente lo que las comunidades atadas a esta ciudad no han tenido.
El territorio en ese sentido empieza a tener una cantidad de variables, donde digamos vemos el territorio desde las necesidades básicas que tendríamos en nuestros hogares, que sería esa necesidad de acceder a agua potable, que sería esa posibilidad de acceder a energía de forma constante, tener energía fluida, de hablar de vías de acceso al barrio, de hablar de infraestructura, de equipamientos, de hablar de la posibilidad que se construyan centros de salud, de que se mejoren las instituciones educativas, de que se construya una biblioteca, de que se mejoren o se construyan placas deportivas.
Y lo que nutre todo esto que es ya puntualmente las prácticas educativas o ya ese punto donde entonces nos transformamos como personas, nos transformamos como comunidad, ya entonces en ese sentido cómo poder deconstruir por ejemplo muchas de las prácticas con las que venían las personas en relación con la violencia que habían vivido o que hemos vivido, entonces ya es hablar de una construcción comunitaria. Siempre ha sido desde el aprender haciéndolo, esa ha sido una práctica que ha sido base, por lo menos en nuestro proceso desde la Fundación Social, muy también de la mano con todo el proceso de la educación popular, de desconcentrar el conocimiento y empezar a tejer otras formas de relacionarnos, en lo cultural, en reconocernos, reconocer que la humildad no es empobrecimiento, el reconocer que la pobreza es un asunto mental y que las comunidades hemos tenido la capacidad de resolver una cantidad de necesidades por nuestra propia iniciativa, aún se da, nada más hace poco estábamos también construyendo las canaletas, entonces esa es una de las opciones que asume hace unos 16 años la Fundación Social en esa parte alta de donde nosotros habitamos, en la parte baja ya no está sino la acción comunal.
Al dividirse o al constituirse por comités, se instala entonces un comité de obras, ese comité de obra, será entonces ese comite de obras el que se ocupe, por mejorar la infraestructura, las vías de acceso, las calles, los sistemas de riego, hay un comité de salud que son entonces personas que se han formado en primeros auxilios, en acompañamiento psicosocial a las víctimas del conflicto, de pensarnos también desde el comité de educación, cultura y recreación, cómo intentamos por lo menos llenar esos vacíos en todo esto que viene siendo la educación de la estructura del modelo educativo.
Siendo entonces nosotros los que llevemos a los niños y a los jóvenes otras alternativas, las que nos dejan la militarización o los grupos armados como opción, sea legal o ilegal, entonces cómo podemos llegar con el arte y desde el teatro, desde la música, desde las artes plásticas y en general la recreación, cómo precisamente buscar desde los juegos mismos, de construir toda la parte de la competencia y encontrarnos con esa necesidad más de tejer y de forjarnos como red para podernos sostener.
Y eso precisamente se viene dando allí dentro de todas esas dinámicas que hay desde la convivencia, encontramos para la defensa de nuestro territorio, permanecer ahí.
¿Por qué es importante defenderlo?
De lo que hemos considerado fundamental en la defensa del territorio es la defensa del tejido social. Habrá quienes en este momento por la reparación que después de 12, 14 años está trayendo el Estado, habrá quienes consideran que salir del barrio es lo mejor para meterse en un apartamento en cualquier otro lugar, pero hay una mayoría dentro del territorio, dentro del barrio que valora precisamente todo lo que se ha tejido con los vecinos, con las personas que llegaron hace 30, 25, 20 años, las experiencias que han tenido, el hecho de que las necesidades los ha hermanado, entonces siempre han buscado la forma de solventar las necesidades de forma conjunta. Creemos que esa necesidad de defender del territorio parte desde ahí, desde la posibilidad de brindarles a nuestras familias dónde realmente echar raíces, dónde establecerse, dónde poder tener una garantía de que se está construyendo, de que es otro espacio y no seguir en la dinámica de estarse moviendo de un lado para otro.
La defensa del territorio en este momento se nos hace también prioritaria porque las personas que habitan el territorio, que habitan el barrio Bello Oriente, aún no entienden esas prácticas de cambio.
En Bello Oriente hay una cantidad de familias que mantienen aún en sus lugares de habitación, donde habitan, tienen pequeñas huertas, entonces mantienen la práctica de la siembra, son cultivos pequeños, lo básico: tomates, cilantro, cebolla, cosas básicas, pero también hay unos ejercicios colectivos, donde entonces están las huertas comunitarias que son espacios ya recuperados por la comunidad desde hace mucho tiempo donde de forma colectiva valga la redundancia, se han adelantado los procesos de siembra, logrando incluso incidir de alguna manera en esa necesidad de hacerse autónomos desde lo alimenticio, desde la soberanía alimentaria.
Y ellos siguen fortaleciendo el tejido, ellos siguen fortaleciendo el tejido social porque entonces las personas que han llegado con esa necesidad de poder encontrar su alimento estando en una ciudad que todo se los vende, ahí, ahí por lo menos hay unas cosas básicas, eso hace parte también de todas esa prácticas que ha mantenido la comunidad que hacen fundamental la defensa del territorio.