Marzo de 2011
Con bombos y platillos anuncia la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional -Acción Social- su partida en algunas veredas de municipios del Oriente Antioqueño. Las comunidades se apuran a realizar carteleras agradeciendo los bultos de abonos, las semillas tecnificadas, los mercados brindados para esperar que las cosechas dieran sus frutos, los dineros y demás “ayudas humanitarias” que apoyaron el retorno de algunas de las familias.
Entre corredores y pequeños grupos se habla de los bultos de abono reflexionando sobre el hecho de que en otras épocas los abuelos los fabricaran; no necesitaron más ayuda que sus propios recursos: la ceniza del fogón, la mierda de las vacas, las gallinas, los pollos y los cerdos. De las semillas tecnificadas a las que les perdieron un día de trabajo o más, pues de las semillas sembradas sólo salieron dos o tres maticas en el mejor de los casos.
De los mercados que trajeron con panelas empacadas en cajas con diferentes logos, entre los que se destaca por su tamaño un logo que dice Canadá, lo cual hace pensar a las comunidades que la enviaron de ese lugar, quede donde quede. Panela que siendo negra como la melaza para las bestias, algunos arriesgados hicieron aguapanela y bebieron; otros sí identificaron inmediatamente su uso y se la echaron a los animales. Coinciden todos en que esta era panela llamada por ellos de “descarte”. Pues es paradójico que siendo una zona donde fundamentalmente las familias viven de la producción de panela, Acción Social prefiera pagar un flete desde quién sabe dónde si fue regalada, en el mejor de los casos, si no es que además pagó por ella.
Se habla de las convocatorias para ir por las ayudas humanitarias en las que recibieron una linterna y dos pares de pilas. Críticas que se dicen en voz baja para que el representante nacional de “la Acción Social”, que estará en el evento de despedida, “de pronto no nos quiera volver a ayudar”, pues bastantes cositas si quedaron faltando y “que no se nos olvide decirle”. Amen del susto en época de elecciones presidenciales en el 2010 que corrió el rumor de que si no se votaba por el actual mandatario se acababan las ayudas.
Quedaron faltando las ayudas a muchos vecinos que resistieron en sus parcelas durante los momentos más duros de la guerra, que soportaron los bombardeos indiscriminados, los señalamientos de ser auxiliadores de la guerrilla, la constante presión de militares y paramilitares y un sinnúmero de violaciones a sus derechos.
Quedaron faltando los recursos que garanticen la atención básica en salud para no tener que salir con la vecina de urgencia en una improvisada camilla de guadua y en un convite de diez personas. Porque desde el día anterior viene con dolores en el abdomen que la desmayan, y la parcela en la que vive con su esposo y su hija está a dos horas y media del hospital del pueblo, de las cuales una hay que caminarla por la ruta de las mulas y el resto en un carro alquilado que viene del pueblo por carretera destapada.
Quedaron faltando los acueductos veredales que mejoraran las condiciones de salubridad. El mejoramiento de las vías para facilitar la salida de los productos como café, panela, fríjol, maíz, yuca y plátano.
Pero quizá no se les olvidó, quizá recordaron que estas necesidades sentidas por el campesino del Oriente Antioqueño desde antes de que la guerra se desatara en sus territorios y es función del Estado satisfacerlas, pueden ser cubiertas por las múltiples microcentrales a las que se les dará concesiones de las aguas para generar energía que será exportada a otros países. Los ingenieros de estas empresas intentarán hacer sus microcentrales teniendo en cuenta algunas de las necesidades de las comunidades. Luego de tres o cuatro años de cumplir con su “responsabilidad social”, el mejoramiento de las vías, los acueductos veredales y demás proyectos presentados por las comunidades serán solo hojas sobre el escritorio de un funcionario de una empresa generadora de energía que compró por internet la microcentral. Estas serán las locomotoras del desarrollo en estos cuatro años para los territorios donde los pequeños productores no quieren o no tienen cómo implementar la propuesta de modelo agroindustrial del Gobierno Nacional.
El desarrollo rural llegará cuando se descubra oro o sean necesarios los recursos que los campesinos poseen en sus territorios. Cuando multinacionales como la Monsanto, la Cargill, la ADM o la Bunge necesiten experimentar con sus “semillas tecnificadas”, semillas manipuladas genéticamente que no dan frutos sino es comprándoles a ellos mismos los abonos químicos. Cuando en 2019 el 100% de la producción agraria del país deba cumplir con el estatus sanitario y la Resolución 970/2010 sobre semillas se aplique con todo el peso de la ley como se viene haciendo con la leche, el pollo, la carne y la panela.
Adiós Acción Social, gracias por hacer de los campesinos del Oriente Antioqueño comunidades dependientes de los proyectos que vienen de afuera, comunidades que poco a poco olvidan mirar los recursos que tienen en sus territorios, que no rechazan ninguna “ayuda” porque de pronto no les vuelven a dar nada. Gracias por acabar con la economía campesina. Gracias Acción Social por ser la locomotora de la dependencia.